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Salud

¿Por qué las personas mayores duermen menos?

¿Por qué las personas mayores duermen menos? Al envejecer, los patrones de sueño cambian y esto puede llevar a una menor cantidad de sueño profundo y reparador. Las alteraciones hormonales, como la disminución de melatonina, y la necesidad de levantarse a orinar con más frecuencia durante la noche son factores clave. Además, las personas mayores tienden a pasar más tiempo en cama despiertos, lo que puede fragmentar el sueño.

Cambios en el sueño por el envejecimiento

A medida que las personas envejecen, experimentan una serie de cambios en sus patrones de sueño que pueden afectar su descanso nocturno. Estos cambios pueden provocar que duerman menos horas en total y que les resulte más difícil conciliar el sueño de manera profunda y continua.

Necesidad de levantarse a orinar

Uno de los factores que contribuyen a las interrupciones del sueño en las personas mayores es la necesidad de levantarse a orinar con mayor frecuencia durante la noche. Este proceso, conocido como nocturia, puede resultar en un sueño fragmentado y menos reparador. La incomodidad de tener que levantarse repetidamente puede dificultar el retorno a un estado de sueño profundo, disminuyendo la calidad del descanso.

Redistribución del sueño

Otro aspecto clave es la redistribución del sueño a lo largo de las 24 horas del día a medida que envejecemos. Con el paso de los años, es común observar cambios en la estructura del sueño, donde las personas mayores tienden a pasar menos tiempo en las etapas de sueño profundo y más tiempo en fases más ligeras. Esta redistribución puede resultar en noches menos reparadoras y en una menor duración total de sueño profundo, lo que repercute en la sensación de descanso al despertar.

Impacto del ciclo circadiano

A medida que las personas envejecen, su ciclo circadiano, el reloj interno que regula los ritmos biológicos, puede alterarse significativamente. Esta alteración puede tener un impacto profundo en sus patrones de sueño. Uno de los aspectos clave de esta influencia radica en los niveles de melatonina en el cerebro de los adultos mayores.

Niveles de melatonina

Los niveles de melatonina, la hormona responsable de regular el ciclo sueño-vigilia, tienden a disminuir con la edad. En las personas mayores, la falta de distinción entre el día y la noche puede llevar a una igualación de estos niveles en momentos inapropiados. Esta situación dificulta la capacidad de conciliar el sueño de forma efectiva, ya que el cuerpo no recibe las señales claras para iniciar el ciclo de descanso adecuado.

Esta desregulación en los niveles de melatonina puede generar dificultades para mantener un horario regular de sueño y vigilia, lo que resulta en una reducción en las horas de descanso necesarias para una óptima salud y bienestar. La falta de sincronización entre los ritmos circadianos internos y las señales del ambiente puede contribuir a la fragmentación del sueño y a una menor eficiencia en los periodos de descanso de las personas mayores.

Foto Freepik

Modificaciones en la arquitectura del sueño

Explorando cómo la estructura del sueño se ve alterada en las personas mayores y cómo esto puede contribuir a que duerman menos en comparación con individuos más jóvenes, es fundamental comprender las modificaciones en la arquitectura del sueño. Esta instancia detalla cómo los cambios en las fases del sueño afectan la calidad y duración del descanso en la vejez.

Rutinas para consolidar el sueño

En el proceso de envejecimiento, es común que se experimenten transformaciones en la arquitectura del sueño, lo cual influye en la cantidad de tiempo dedicado al descanso. Para contrarrestar este fenómeno y mejorar la calidad del sueño, es vital establecer rutinas que contribuyan a consolidar el descanso. Algunos consejos prácticos que las personas mayores pueden adoptar son:

Establecer un horario regular: mantener un horario fijo de sueño ayuda a que el cuerpo se acostumbre a descansar en momentos específicos, facilitando la conciliación del sueño y una mayor continuidad durante la noche.

Crear un ambiente propicio: asegurarse de que el entorno de descanso sea tranquilo, oscuro y fresco puede mejorar la calidad del sueño. Controlar la temperatura de la habitación y reducir ruidos perturbadores puede favorecer un descanso más reparador.

Practicar la relajación: incorporar técnicas de relajación antes de dormir, como la meditación o la respiración profunda, puede ayudar a disminuir el estrés y la ansiedad, favoreciendo un sueño más profundo y reparador.

Limitar estímulos tecnológicos: reducir el uso de dispositivos electrónicos antes de acostarse puede contribuir a una mejor calidad del sueño, ya que la luz azul emitida por las pantallas puede interferir en la producción de melatonina, la hormona del sueño.

Al implementar estas rutinas y hábitos en su día a día, las personas mayores pueden optimizar la arquitectura de su sueño, fomentando un descanso más reparador y compensando la reducción en las horas de sueño asociadas al envejecimiento.

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