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Sexo y relaciones

¿Por qué los hombres se duermen después del sexo?

Después del sexo, muchos hombres parecen caer rendidos en un sueño profundo mientras su pareja puede quedarse despierta o incluso buscar conversación. Este comportamiento, que a veces genera bromas o malos entendidos, tiene raíces en la biología, la neuroquímica y el funcionamiento de las hormonas.

Cambios neuroquímicos y fisiológicos tras el orgasmo

Durante el clímax sexual, el cerebro masculino libera una oleada de hormonas que promueven una sensación de relajación y cansancio. La prolactina destaca por su impacto, pero también juegan un papel la oxitocina y la serotonina. Estas sustancias bioquímicas reducen la actividad de áreas como la corteza prefrontal, responsable de la atención y la toma de decisiones, y activan regiones asociadas al placer y la seguridad como la amígdala. Como resultado, la energía se disipa y el organismo activa el modo de descanso.

El papel de la prolactina y el período refractario

Entre las hormonas que más influyen, la prolactina se libera en grandes cantidades tras el orgasmo. Este pico no solo produce una pronta sensación de saciedad, también inhibe la dopamina, neurotransmisor necesario para mantener el estado de alerta y el deseo sexual. Esta caída en la dopamina favorece el período refractario, una fase en la que el cuerpo masculino no puede retomar la actividad sexual de inmediato. Es justamente en esos minutos o incluso horas que el cuerpo aprovecha para descansar, lo que explica la aparición del sueño casi automático en muchos hombres.

Relajación profunda por la oxitocina y serotonina

La oxitocina, conocida por su papel como “hormona del abrazo”, y la serotonina, encargada del bienestar y la calma, bañan el cerebro masculino luego del clímax. Ambas intensifican una sensación de seguridad y tranquilidad. Este “baño químico” disminuye el estrés y predispone al descanso. Estas reacciones, propias del sistema nervioso, favorecen que el hombre caiga en un estado cercano a la somnolencia o, directamente, en el sueño.

Foto Freepik

Factores energéticos y diferencias con las mujeres

La relación sexual implica esfuerzo físico y consumo de energía. Por lo general, los hombres tienen más masa muscular y suelen cargar con un mayor desgaste durante algunas posiciones o movimientos. Además de los procesos químicos internos, esta inversión de energía alienta el deseo de dormir.

Consumo de energía y fatiga física masculina

El trabajo muscular intenso y la quema calórica rápida agotan el cuerpo. El pulso se acelera, la temperatura corporal sube y los músculos liberan endorfinas para atenuar el cansancio. Cuando esa tensión se libera en forma de placer, el cuerpo siente la necesidad de recuperarse. El descanso natural posterior al sexo permite que los tejidos repongan energía y el cerebro procese el placer experimentado.

Diferencias de respuesta entre hombres y mujeres

Mientras los hombres suelen mostrar una sólida tendencia al sueño luego del orgasmo, muchas mujeres permanecen en un estado activo o afectivo. Su período refractario suele ser breve o inexistente y pueden estar receptivas a nuevas experiencias sexuales sin sentir fatiga marcada. A nivel neuroquímico, la liberación de oxitocina refuerza el deseo de vínculo y cercanía emocional, por lo que buscan conversación o caricias. También influyen rasgos sociales y culturales, ya que la intimidad sexual muchas veces se asocia en la mujer al contacto y la conversación posterior.

Aspectos psicológicos y comunicación en pareja

La tendencia del hombre a dormirse después de la relación no implica desapego ni falta de interés por su pareja. Se trata de una respuesta natural a varios procesos biológicos y no de un gesto consciente. Entender esto ayuda a evitar conflictos o malos entendidos en la relación. La clave, como en toda convivencia, está en la comunicación abierta. Hablar sobre las diferencias y compartir cómo se sienten después del sexo permite que ambos se apoyen y construyan una relación basada en comprensión y empatía. La respuesta fisiológica poscoital no es un acto intencional, sino parte de una cadena de reacciones químicas y dinámicas humanas que cada pareja puede aprender a respetar y manejar.

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