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Salud

¿Pueden las lámparas de secado de uñas aumentar el riesgo de cáncer?

El furor por las manicuras de larga duración ha puesto en tendencia el uso de lámparas UV y LED en salones de belleza y hogares. Estas herramientas, imprescindibles para los esmaltados en gel, ofrecen resultados impecables pero despiertan dudas legítimas en torno a la seguridad. El debate sobre los posibles daños a la piel, incluso el riesgo de cáncer, se apoya en estudios recientes y análisis de expertos en dermatología.

Cómo funcionan las lámparas de secado de uñas y la exposición a radiación ultravioleta

Las lámparas UV y LED para manicura operan aplicando radiación ultravioleta de distinto tipo e intensidad para endurecer el esmalte en gel. Las lámparas tradicionales emiten, sobre todo, luz UV-A, mientras que las luces LED liberan una luz ultravioleta aún más intensa, aunque en menos tiempo. Ambas tecnologías permiten que el esmalte se seque y adhiera rápidamente, lo que las ha hecho populares. Sin embargo, la piel de las manos y los dedos recibe esta exposición ultravioleta de manera directa y repetida.

La mayoría de los tratamientos con lámparas UV o LED requieren sesiones de 30 segundos a 2 minutos por capa de esmalte, varias veces durante una manicura. Acumulado en el tiempo, quienes se realizan manicuras cada dos semanas o más pueden estar sometiendo sus manos a una cantidad considerable de radiación que se suma exposición tras exposición. La falta de regulación en estos dispositivos también significa que no existe un estándar sobre la intensidad ni duración máxima recomendada.

La radiación ultravioleta y sus efectos en la piel

La radiación ultravioleta se clasifica en rayos UVA y UVB. Los UVA, que predominan en las lámparas de uñas, penetran profundamente en la piel y contribuyen tanto al envejecimiento prematuro como al daño celular que puede favorecer cambios en el ADN. Los UVB, aunque menos abundantes en estas lámparas, son bien conocidos por causar quemaduras solares y contribuir a la formación de cáncer cutáneo.

El contacto frecuente con rayos UVA puede provocar manchas oscuras, disminución de la elasticidad de la piel y aparición temprana de arrugas. Pero además, ambas formas de radiación ultravioleta están reconocidas como carcinógenos potenciales. El hecho de que las lámparas para uñas concentren la radiación en una parte tan pequeña y sensible como las manos genera inquietud entre dermatólogos y científicos de todo el mundo.

Foto Freepik

Investigación científica sobre el vínculo entre lámparas de uñas y cáncer de piel

La ciencia aún debate la magnitud del riesgo. Estudios recientes, como el publicado en Nature Communications en 2023, demuestran que la exposición aguda a lámparas UV puede dañar y alterar células de la piel en ensayos de laboratorio. Si bien estos datos no confirman que quienes usan las lámparas desarrollarán cáncer, aportan evidencia biológica sobre mutaciones asociadas a la radiación que podrían acumularse si el uso es frecuente y prolongado.

Reportes de casos han vinculado el uso crónico de lámparas de secado de uñas con la aparición de carcinomas en manos y dedos. Estos casos se han dado incluso en pacientes sin antecedentes de alta exposición solar, lo que aumenta la preocupación. Las principales organizaciones de salud recomiendan precaución, especialmente en personas con factores de riesgo como piel muy clara, antecedentes familiares de cáncer de piel, uso de medicamentos fotosensibilizantes o inmunosupresión.

Por el momento, no existen datos concluyentes en humanos, pero sí un consenso en la comunidad científica sobre la plausibilidad biológica del riesgo. Por ello, los expertos insisten en la importancia de no restar valor a la protección cutánea durante las manicuras.

Medidas de prevención y reducción del riesgo en manicuras con luz UV

Reducir el riesgo es posible y no implica renunciar a la manicura en gel. Se recomienda priorizar la protección física de la piel, por ejemplo, usando guantes sin dedos o prendas con tecnología UPF diseñadas para bloquear la radiación ultravioleta durante el procedimiento. Además, aplicar un protector solar de amplio espectro en manos y dedos media hora antes del tratamiento puede servir como barrera adicional frente a los rayos UVA.

Limitar la frecuencia de manicuras con secado UV o LED es una de las estrategias más relevantes. Elegir intervalos mayores entre sesiones y evitar la exposición innecesaria disminuye el riesgo acumulativo. Se recomienda a las personas con alta sensibilidad cutánea, antecedentes de cáncer de piel o con predisposición genética evitar en lo posible estos procedimientos y consultar a un dermatólogo ante cualquier duda.

La falta de estándares claros en la industria hace que cada usuario deba ser responsable y tomar medidas proactivas de cuidado personal. Estar informado y ser crítico frente a los riesgos puede marcar la diferencia en la salud de la piel a largo plazo. Además, algunos expertos piden mayores regulaciones para el uso y fabricación de estos dispositivos con el objetivo de proteger a los consumidores.

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