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Salud

¿Pueden los suplementos proteicos dañar los riñones?

El auge de los suplementos proteicos ha revolucionado la alimentación de quienes buscan mejorar su rendimiento físico, ganar músculo o complementar una dieta que no cubre las necesidades diarias de proteína. Sin embargo, mucha gente sigue creyendo que tomar estos productos podría dañar los riñones. Analizar la evidencia científica y los consejos de expertos permite separar los mitos de la realidad.

El papel de las proteínas y los riñones

Las proteínas son uno de los bloques esenciales que forman el cuerpo humano. Participan en la reparación celular, la formación de músculos y huesos, el sistema inmunológico y muchas funciones metabólicas. Los riñones filtran los residuos generados por el metabolismo proteico, entre ellos la urea y el nitrógeno. En personas sanas, los riñones tienen una increíble capacidad de adaptación y pueden gestionar aumentos en la ingesta de proteína. El exceso de productos de desecho generado por una ingesta mayor es eliminado sin dificultad, siempre que la función renal esté conservada.

Mitos y realidades sobre el daño renal

Es uno de los mitos clásicos: “Tomar suplementos de proteína daña los riñones”. La mayor parte de los estudios actuales descarta esta afirmación en individuos sanos. Cuando la ingesta de proteína se mantiene dentro de los límites recomendados 1 a 2 gramos por kilogramo de peso corporal al día, según actividad, no se observa daño en la función ni en la estructura renal.

El daño renal relacionado con proteínas suele aparecer solo en personas con enfermedad renal previa o cuando el consumo es excesivo y prolongado. En individuos sanos, incluso cantidades moderadamente elevadas no han mostrado efectos secundarios adversos en ensayos controlados.

¿Dónde está el riesgo?

El peligro surge al sobrepasar de forma crónica los 2 a 2,5 gramos por kilogramo de peso corporal diarios de proteína, especialmente sin supervisión médica. Este exceso puede llevar a una condición llamada hiperfiltración renal: los riñones trabajan más de lo normal para filtrar los residuos. Si este esfuerzo se mantiene durante años, existe el riesgo de que las estructuras del riñón se deterioren, produciendo esclerosis y, a la larga, insuficiencia renal. Otro factor clave es la condición de la materia prima. Suplementos con impurezas, hormonas, o sustancias no reguladas, o provenientes de marcas poco fiables, pueden contener compuestos nocivos que dañen el riñón de forma directa o indirecta. Además, los productos herbales con compuestos nefrotóxicos representan un riesgo especial.

Foto Freepik

Diferencia entre personas sanas y con predisposición

Para quienes ya tienen enfermedades renales, antecedentes de insuficiencia renal, diabetes o hipertensión, los suplementos proteicos pueden ser perjudiciales incluso en cantidades normales, acelerando la progresión del daño.

En personas completamente sanas, los estudios no muestran relación directa entre consumo adecuado de proteína en polvo y pérdida de función renal. De hecho, en atletas controlados médicamente, la evidencia científica señala ausencia de daño. En estos casos, el cuerpo suele gestionar bien la sobrecarga siempre y cuando se mantenga una hidratación adecuada y un seguimiento periódico de la salud renal.

¿Qué señales deben vigilar quienes toman suplementos?

La aparición de proteinuria presencia de proteína en la orina puede dar una pista de sobrecarga renal. Si bien puede observarse ocasionalmente tras ejercicios intensos o ingestas elevadas, la presencia persistente es razón suficiente para consultar a un especialista. El análisis de orina y el control de creatinina ayudan a valorar si los riñones filtran correctamente.

Síntomas como fatiga injustificada, hinchazón en piernas, aumento de creatinina sanguínea o alteraciones al orinar no deben ignorarse. Mantener controles médicos regulares es la mejor estrategia para disfrutar de los beneficios de la suplementación sin riesgos ocultos.

El rol de la calidad y la moderación

La elección del suplemento importa tanto como la cantidad. Marcas reconocidas y productos con etiquetado transparente reducen el riesgo de consumir sustancias tóxicas inadvertidas. Usar dosis según la recomendación y adaptarlas según la actividad física, edad, peso y contexto de salud personal es fundamental. Es mejor optar por proteínas de alta calidad (como suero de leche, caseína o proteína vegetal aislada) y evitar mezclas con ingredientes desconocidos o promesas milagrosas.

La importancia de la supervisión profesional

La suplementación ideal es individualizada. Un médico o nutricionista puede ajustar el aporte proteico según la salud del riñón y necesidades personales. Ante cualquier duda (especialmente en caso de enfermedades crónicas, antecedentes familiares de enfermedad renal, o si se toman otros medicamentos) conviene consultar antes de añadir suplementos a la dieta diaria. Realizar análisis de sangre y orina periódicos permite identificar cualquier alteración en fases tempranas y ajustar el plan nutricional para evitar males mayores.

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