¿Alguna información? ¿Necesitas contactar al equipo editorial? Envía tus correos electrónicos a [email protected] o ve a nuestro formulario.
Estilo de vida

¿Qué determina que una persona sea zurda o diestra?

La lateralidad manual es uno de los rasgos más curiosos de la experiencia humana. Desde escribir y dibujar hasta atarse los cordones, casi todo el mundo tiene una mano favorita. Esta preferencia deja huella en la vida cotidiana y ha generado preguntas tanto en la sociedad como en la ciencia. Descubrir qué define que una persona sea zurda o diestra no solo ayuda a entender características del cerebro, también toca realidades culturales e históricas relevantes.

Factores biológicos y genéticos en la lateralidad

Ciertas diferencias genéticas y biológicas se combinan desde las primeras semanas de vida para que una persona prefiera usar la mano derecha o izquierda. La lateralidad se observa en bebés antes de nacer y suele consolidarse a muy temprana edad. La organización del sistema nervioso, en especial la médula espinal y la disposición de los hemisferios cerebrales, influye en esta inclinación manual desde fases iniciales del desarrollo.

Estudios recientes han demostrado que los genes que regulan el desarrollo de las extremidades muestran una expresión distinta en la médula espinal durante la gestación. Eso puede afectar la fuerza o coordinación de cada lado del cuerpo, inclinando la balanza hacia la derecha o la izquierda. Sin embargo, hasta 40 genes diferentes pueden estar implicados, y ninguno tiene un efecto dominante. La lateralidad es, por tanto, resultado de muchas piezas encajando juntas.

El papel de la herencia genética en ser zurdo o diestro

La influencia genética es clara pero no absoluta. Cuando ambos padres son zurdos, la probabilidad de que un hijo también lo sea sube a cerca del 25%, aunque la mayoría de hijos de zurdos acaba siendo diestra. En familias sin antecedentes de zurdera, la tasa baja a entre 8% y 15%, proporción que coincide con el promedio global de zurdos. Investigaciones genéticas han encontrado varios genes implicados, aunque con un efecto acumulativo más que decisivo.

No existe un “gen del zurdo”, sino una suma de variantes que, junto con el ambiente, inclinan la preferencia manual. Este mosaico genético explica por qué los zurdos pueden surgir incluso en familias donde todos los miembros anteriores han sido diestros.

Foto Freepik

Desarrollo neurobiológico y asimetría cerebral

Las diferencias no se limitan a la genética. El cerebro humano presenta una organización asimétrica, y en la mayoría de diestros el lado izquierdo domina tareas como el lenguaje y el control motor. En los zurdos, hay una mayor probabilidad de que el hemisferio derecho o incluso ambos lados participen en estas funciones. Esta asimetría no es absoluta, sino gradual, y puede influir en la recuperación ante lesiones cerebrales o en el modo en que el lenguaje se desarrolla.

Así, la preferencia manual es solo una manifestación externa de un entramado complejo de conexiones y especializaciones cerebrales. La variabilidad es la norma: hay diestros con ciertas tareas dominadas por el hemisferio derecho y zurdos con cerebros poco convencionales.

Influencia de factores ambientales, culturales y sociales

Que un niño empiece a usar una mano no significa que la sociedad lo acepte de inmediato. La historia demuestra que los zurdos han sufrido presiones y discriminaciones para adaptarse a un mundo pensado para diestros. Factores culturales, costumbres familiares, la escuela y el diseño de objetos cotidianos pueden reforzar o modificar la expresión de la lateralidad.

En algunos entornos, la zurdera ha sido vista como algo negativo, llevando a muchas personas a ocultar o cambiar su preferencia innata. El término “zurdo contrariado” describe a quienes, por presión social o familiar, aprenden a escribir o realizar tareas con la mano derecha, aunque su tendencia natural sea la izquierda. Estos cambios forzados tienen repercusiones más profundas de lo que parecen.

Modelos educativos y adaptación social

La escuela y la sociedad han influido en el desarrollo de la lateralidad con actitudes que van desde el respeto hasta la imposición. En muchos países, especialmente en generaciones anteriores, los maestros obligaban a los niños zurdos a escribir con la derecha. Esta adaptación forzada podía hacer más difícil el aprendizaje y acarrear problemas de coordinación, motricidad o incluso dificultades en la escritura.

Además, la disponibilidad de herramientas adaptadas, como cuadernos, tijeras o instrumentos musicales para zurdos, todavía es limitada en muchos contextos, lo que plantea obstáculos extra en el día a día de quien no es diestro.

Impacto emocional y psicológico por causas sociales

Las consecuencias de ocultar o modificar la lateralidad manual van más allá del plano físico. A muchos niños y niñas se les ha transmitido que ser zurdo es algo malo o inferior, lo que afecta su autoestima y su forma de relacionarse con los demás. Las experiencias negativas en la escuela o el hogar pueden traducirse en ansiedad, frustración o una sensación de no encajar.

El entorno social moldea la percepción y el bienestar de quienes se salen de la mayoría. Cuando la diversidad es reconocida y respetada, no solo se facilita la integración, también se enriquece el tejido social y se favorece un desarrollo más libre y saludable.

Lee también:
¿Le resultó útil este artículo?