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Salud

¿Sabías que estas enfermedades se pueden contraer por la arena de la playa?

La playa simboliza descanso, verano y bienestar, pero su arena también esconde riesgos para la salud que pocos conocen. Aunque el entorno parece limpio, la arena funciona como un depósito natural de microorganismos y desechos que pueden afectar a cualquier visitante, desde niños hasta adultos mayores.

Enfermedades infecciosas asociadas a la arena de la playa

La arena de la playa, aunque seca y cálida al tacto, puede contener una sorprendente variedad de patógenos. Estos incluyen bacterias, hongos, parásitos y virus capaces de causar infecciones cutáneas, digestivas o incluso respiratorias. Los niños corren más peligro porque exploran y juegan intensamente, mientras quienes tienen sistemas inmunológicos debilitados pueden sufrir síntomas más severos. Mantener una buena higiene, evitar sentarse directamente en la arena y supervisar el juego de los más pequeños son formas simples y eficaces de reducir estos riesgos.

Bacterias y sus consecuencias para la salud

La arena puede esconder bacterias dañinas, como Escherichia coli, Enterococcus, Salmonella y Campylobacter. Estas bacterias suelen estar relacionadas con contaminación de origen fecal, provocada por animales domésticos o aves, e incluso por desechos humanos en playas poco cuidadas. Los síntomas más frecuentes incluyen diarreas, vómitos y molestias estomacales que pueden arruinar las vacaciones.

Las infecciones bacterianas avanzan con más facilidad en quienes tienen heridas abiertas o cortes menores. Cuando las bacterias entran en contacto con la piel lesionada pueden generar infecciones locales, fiebre y en casos extremos, complicaciones mayores. Evitar playas frecuentadas por animales, lavar las manos antes de comer y usar ropa limpia reduce significativamente este tipo de contagios.

Hongos, micosis y vulnerabilidad de la piel

El ambiente cálido y húmedo de la playa constituye el hábitat perfecto para el desarrollo de hongos, principalmente dermatofitos responsables de micosis en la piel y las uñas. Estas infecciones, conocidas como pie de atleta u onicomicosis, afectan con más frecuencia a las zonas de los pies y los pliegues de la piel donde la humedad se acumula.

Los síntomas van desde picazón y enrojecimiento hasta descamación y cambios en la apariencia de las uñas. Las personas inmunodeprimidas, como quienes atraviesan tratamientos médicos, presentan mayor riesgo de infecciones persistentes que requieren atención médica especializada. Usar sandalias, evitar permanecer con ropa mojada y secar bien los pies tras mojarse puede marcar la diferencia en la prevención.

Foto Freepik

Parásitos y riesgos ocultos para familias

La arena de la playa expuesta a heces de animales puede ser portadora de parásitos peligrosos como el Toxocara o los anquilostomas. Estos microorganismos pueden ingresar al organismo a través de la piel, por ejemplo en los pies descalzos, y causar desde molestias cutáneas hasta complicaciones más serias en tejidos internos.

Los niños que juegan cavando con las manos o se llevan la arena a la boca están especialmente expuestos. Las infecciones parasitarias pueden manifestarse con picazón, lesiones cutáneas, problemas respiratorios y, en algunos casos, afectar la visión o los músculos. Supervisar los hábitos de los pequeños en la playa y fomentar el uso de herramientas como palas y cubos es esencial para protegerlos.

Virus y toxinas: entre la arena y el mar

Aunque menos frecuentes, algunos virus y toxinas presentes en la arena y el agua pueden causar síntomas variados. Destacan los virus responsables de gastroenteritis y los efectos de las mareas rojas, fenómenos en los que ciertas algas marinas liberan toxinas al ambiente. Estas sustancias pueden provocar fiebre, síntomas digestivos, dificultad para respirar e irritación de ojos y garganta.

Las personas asmáticas o sensibles deben extremar el cuidado durante episodios de marea roja, evitando el contacto con arena y agua contaminadas. Consultar reportes locales y evitar bañarse en playas afectadas ayuda a prevenir complicaciones asociadas a estos riesgos.

Riesgos físicos y medidas prácticas para el cuidado en la playa

La arena no sólo implica riesgos biológicos sino también peligros físicos. Jugar sin supervisión, manipular arena caliente o permanecer largo tiempo bajo el sol puede dar lugar a accidentes y problemas de salud inmediatos. Estar atentos, planificar la visita y adoptar ciertas rutinas permite disfrutar del mar con total tranquilidad.

Accidentes por manipulación de la arena

Excavar hoyos o construir túneles en la arena puede resultar divertido, pero pone en peligro la seguridad, sobre todo en los niños. Los colapsos son una amenaza real; si la arena se hunde, se corre riesgo de asfixia o atrapamiento. Rellenar los huecos después de jugar y no dejar a los pequeños solos cerca de estructuras inestables son medidas para evitar accidentes.

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La arena también puede alojar objetos cortantes escondidos, como fragmentos de vidrio o latas, que causan heridas dolorosas y favorecen las infecciones. Caminar siempre calzado reduce esa posibilidad.

Protección frente al calor y exposición solar

El sol, aliado de quien busca broncearse, puede ocasionar quemaduras, insolación y deshidratación si no se toman precauciones. Aplicar protector solar resistente al agua y renovarlo cada dos horas, cubrirse con prendas ligeras y buscar sombra en las horas centrales del día son prácticas que protegen la piel y la salud general.

Consumir líquidos de forma constante y prestar especial atención a niños y mayores es indispensable para evitar el golpe de calor, uno de los mayores peligros de las jornadas veraniegas en la playa.

Buenas prácticas de higiene y prevención

La higiene marca la diferencia entre un día sin sobresaltos y una experiencia negativa. Es clave lavarse bien tras permanecer en la arena usando agua y jabón, especialmente antes de manipular alimentos. No sentarse directamente en la arena, sino sobre toallas o tapetes limpios, crea una barrera física contra microorganismos y residuos.

Los niños deben usar siempre herramientas como palas para jugar y evitar el contacto directo con la arena, limitando así la posibilidad de ingerir accidentalmente agentes infecciosos o parásitos. Revisar periódicamente la piel en busca de cortes, picaduras o señales de infección ayuda a actuar a tiempo si surge algún síntoma.

La información y la atención previa al salir de casa, combinadas con pequeños gestos cotidianos, hacen de la experiencia playera un momento seguro y saludable.

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