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Sexo y relaciones

Sexo posparto: ¿por qué es tan difícil?

Después del nacimiento de un bebé, la sexualidad posparto suele volverse un tema complejo, lleno de matices tanto físicos como emocionales. Los cambios en el cuerpo, la recuperación física y la adaptación a una nueva dinámica de pareja se cruzan en el camino hacia una vida íntima placentera. Entender las causas detrás de estas dificultades ayuda a derribar tabúes y a promover una recuperación respetuosa, sana y libre de presiones sociales. Aquí se exploran las principales razones que pueden afectar la sexualidad posparto y cómo abordarlas con empatía y conocimiento.

Factores físicos y hormonales que dificultan la sexualidad tras el parto

El cuerpo después del parto no es el mismo. Cambios anatómicos, lesiones y alteraciones hormonales pueden transformar la vivencia del placer. Muchas mujeres experimentan dolor, sequedad vaginal o incluso dispareunia (dolor en la relación sexual) durante los primeros meses, especialmente si la lactancia se mantiene. La recuperación del suelo pélvico es otro punto que suele quedar en segundo plano, pero afecta de lleno el bienestar en el encuentro íntimo.

Cambios y lesiones en la zona genital

Durante el parto vaginal, los tejidos del periné pueden sufrir desgarros o necesita una episiotomía, mientras que las madres por cesárea enfrentan una cicatriz abdominal y una recuperación distinta. Estas lesiones generan sensibilidad, molestias o miedo al dolor en los primeros intentos sexuales. El periné puede debilitarse tras la exigencia sostenida durante la gestación y el parto, lo que trae una sensación de inseguridad y disminuye el disfrute. Recuperar la fuerza y tonicidad en esta región, a través de ejercicios guiados, ayuda a ganar confianza y placer.

Alteraciones hormonales y su efecto en la libido

El embarazo y la lactancia provocan una fuerte bajada de estrógenos y un aumento de prolactina en sangre. Este desequilibrio hormonal reduce la lubricación natural de la vagina, da paso a la sequedad y, en algunos casos, enlentece la sanación de tejidos lesionados. La menor producción de testosterona y oxitocina también contribuye a la disminución del deseo sexual. Muchas mujeres sienten poca o ninguna atracción hacia la actividad íntima, lo que es un reflejo biológico y temporal del proceso de adaptación del cuerpo.

Foto Freepik

Factores emocionales y sociales en la dificultad sexual posparto

El bienestar sexual tras el parto va más allá del cuerpo. Afecta también la autoimagen, la autopercepción y el vínculo con la pareja. La llegada del bebé trae consigo un torbellino de emociones y adapta el día a nuevas prioridades y rutinas. Expectativas sociales poco realistas, falta de información y la presión por volver “a la normalidad” suman peso a este proceso.

Autoimagen, autoestima y vínculo de pareja

Los cambios corporales, la presencia de cicatrices y el aumento o pérdida de peso pueden alterar la autoestima. Muchas mujeres sienten incomodidad al mirarse en el espejo o vergüenza ante su pareja. El temor al rechazo y la sensación de no estar “preparadas” se vuelve una barrera emocional fuerte. La falta de diálogo o la imposición de expectativas solo debilita el vínculo de pareja, afectando la confianza y la conexión afectiva necesarias para redescubrir la intimidad.

Crianza, fatiga y reorganización de prioridades

El cuidado del recién nacido consume energía física y mental. La falta de sueño, el cansancio crónico y la nueva rutina dejan poco espacio para la espontaneidad sexual. Las emociones intensas, la sobrecarga y el aprendizaje del rol materno desplazan el interés sexual a un segundo plano. El deseo se ve alterado no solo por el cansancio, sino por la necesidad de reorganizar prioridades. Lo que antes era tiempo para la pareja, ahora se reparte entre cambiar pañales, alimentar y velar por el bienestar del bebé.

La sexualidad posparto es una etapa llena de desafíos, donde el apoyo, la paciencia y la comunicación empática con la pareja son tan importantes como la recuperación física. Buscar respaldo profesional ante dudas o molestias persistentes marca la diferencia. Rehabilitar el suelo pélvico, usar lubricantes y explorar nuevas formas de placer sin centrarse sólo en la penetración son pasos que facilitan un regreso respetuoso y placentero a la intimidad. La clave está en dar tiempo al cuerpo y a la mente, reconociendo que cada experiencia es única y válida.

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