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Sexo y relaciones

Siete alimentos que disminuyen el deseo sexual

Cuando alguien piensa en potenciar su salud sexual, rara vez imagina que la clave podría estar en la despensa. La alimentación es un pilar del bienestar y afecta cada aspecto del cuerpo, incluida la vida íntima. Muchos desconocen cómo ciertos alimentos pueden interferir silenciosamente en la libido e incluso dificultar el deseo sin dejar señales claras.

Impacto de ciertos alimentos en el deseo sexual

La función sexual depende del delicado equilibrio entre hormonas, circulación sanguínea, nivel de energía y estado de ánimo. Cuando alguno de estos engranajes falla, todo el sistema puede resentirse. Los alimentos que forman parte del menú diario influyen de forma directa en la cantidad y calidad de hormonas sexuales, la vitalidad y la respuesta física. Una dieta rica en productos naturales, frescos y ricos en nutrientes esenciales favorece la fluidez sanguínea y el correcto funcionamiento hormonal. Por el contrario, ciertos alimentos pueden atrofiar estos procesos y reducir el deseo, en ocasiones de manera inadvertida.

Alimentos ultraprocesados y altos en grasas trans

Los productos ultraprocesados, como bollería industrial, snacks, precocinados y comidas rápidas, suelen estar cargados de conservantes, colorantes y aceites hidrogenados. Estas sustancias, lejos de aportar nutrición, entorpecen la circulación sanguínea y pueden aumentar el colesterol, dificultando el flujo hacia los órganos sexuales. Las grasas trans y saturadas promueven inflamación y fatiga física, lo que reduce la vitalidad y la energía necesaria para el encuentro íntimo. El constante aporte de azúcares y aditivos afecta la producción de hormonas clave para la libido tanto en hombres como en mujeres.

Azúcares y bebidas azucaradas

El consumo habitual de azúcar refinada provoca picos de insulina que terminan alterando el equilibrio de hormonas como la testosterona y el estrógeno. Este desequilibrio no solo se asocia a un bajón en el apetito sexual, sino también a fatiga, irritabilidad y cambios bruscos de humor. Las bebidas azucaradas amplifican el problema, predisponiendo al desarrollo de resistencia a la insulina y obesidad abdominal, ambos factores que disminuyen el deseo y la respuesta sexual. Además, cuanto mayor es el consumo de azúcar, más probable es experimentar un estado de apatía o cansancio sostenido.

Foto Freepik

Lácteos industriales

Muchos productos lácteos, especialmente los industrializados y cargados de aditivos, pueden generar procesos inflamatorios, digestiones pesadas y malestar intestinal. Esta incomodidad física impacta directamente sobre el bienestar sexual al reducir la energía vital. Los lácteos en exceso favorecen alteraciones hormonales y, en personas susceptibles, inducen a la hinchazón abdominal y somnolencia. Una digestión dificultosa puede hacer que el cuerpo priorice el gasto energético en procesos metabólicos antes que en la excitación sexual, apagando el deseo.

Otros alimentos y sustancias que afectan la libido

La alimentación moderna está repleta de ingredientes que, aunque parezcan inocentes, pueden sabotear la vida sexual cuando se consumen en exceso. No solo los alimentos ultraprocesados perjudican el deseo; existen otras sustancias presentes en el día a día que afectan la función sexual desde perspectivas menos conocidas.

Soja procesada y fitoestrógenos

Los productos de soja industrial como bebidas, embutidos y hamburguesas vegetales suelen exponernos a una ingesta elevada de fitoestrógenos, compuestos vegetales que imitan la acción del estrógeno. Un consumo excesivo puede desequilibrar los niveles hormonales y reducir sensiblemente el deseo sexual, sobre todo si se sustituye con frecuencia por opciones naturales o fermentadas como el miso y el tempeh. Los fitoestrógenos no son negativos en sí mismos, pero su abuso puede ser contraproducente para quienes buscan una libido activa y saludable.

Alcohol en exceso

Un vaso de vino ocasional puede relajar y acompañar un momento íntimo, pero el hábito de beber alcohol de forma frecuente o excesiva es perjudicial para la sexualidad. El alcohol en grandes dosis adormece el sistema nervioso, disminuyendo la sensibilidad y la respuesta física ante estímulos sexuales. También afecta la producción de hormonas sexuales, perjudica la calidad del sueño y aumenta la posibilidad de disfunciones sexuales tanto en hombres como en mujeres. Lo que comienza como una leve disminución de la libido puede terminar en un círculo vicioso de cansancio, ansiedad y baja autoestima.

Sal y sodio elevados

Un exceso de sal en la dieta eleva la presión arterial y empeora la circulación. La hinchazón, retención de líquidos y sensación de fatiga que suelen acompañar una alimentación rica en sodio afectan tanto la disposición como la respuesta sexual. La mala circulación implica que el flujo sanguíneo hacia los órganos sexuales no sea el más óptimo, lo que repercute en la capacidad de excitación o erección, según el caso. Esta relación entre el sodio y la respuesta sexual suele pasar desapercibida, pero es clave para quienes buscan disfrutar de una vida íntima plena sin obstáculos físicos.

El equilibrio entre lo que se come y el deseo sexual depende de elecciones conscientes y consistentes. Priorizar alimentos frescos y variados, mientras se limita el consumo de productos industriales, favorece el bienestar físico y emocional. Cuidar la dieta permite reconectar con el cuerpo y alimentar también el deseo, mejorando la calidad de vida y la satisfacción íntima.

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