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Salud

Tres señales de autismo en adultos que pueden aparecer en tu relación de pareja

Muchas parejas pasan por momentos de confusión cuando algo “no cuadra” en la comunicación o en la conexión emocional. En ocasiones, algunos comportamientos tienen una explicación neurológica que ha pasado desapercibida durante años. El autismo en adultos suele detectarse tardíamente porque las señales son sutiles y, de niños, estas personas suelen camuflar sus diferencias. En una relación de pareja, estas señales pueden ser fuente de malentendidos, pero también la clave para comprender mejor al otro y acercarse con empatía.

Dificultad para entender señales sociales

El primer aspecto que suele notarse es la dificultad para interpretar señales no verbales. Esto puede incluir desde el lenguaje corporal hasta el tono de voz o pequeños gestos de la vida diaria. Para muchas personas adultas con autismo, las indirectas, sugerencias sutiles o sarcasmo pueden ser confusas. Su pareja puede sentir que lo que insinúa “cae en saco roto”. No es falta de interés, sino que el cerebro procesa la información de forma literal, descartando matices emocionales.

Esto puede generar situaciones incómodas, como no captar cuando el otro está molesto o necesita apoyo, simplemente porque no expresó claramente lo que sentía. En el día a día, este fenómeno afecta desde conversaciones informales hasta temas importantes, y la persona con autismo puede parecer fría o distante, aunque por dentro esté intentando entender lo que ocurre.

Expresión emocional poco convencional

Otra característica es una forma diferente al expresar emociones. La persona puede sentir afecto profundo y lealtad, pero le cuesta traducirlo en gestos afectuosos esperados: abrazos, palabras dulces o muestras espontáneas de cariño. En vez de decir “te quiero” frecuentemente, puede demostrar su amor con actos concretos o rutinas especiales. Muchas veces, las emociones intensas “bloquean” o sobrecargan, haciendo que la persona necesite espacio o se aísle en vez de buscar consuelo.

Esto puede percibirse como frialdad o falta de interés, pero en realidad se trata de una forma diferente de regular emociones. El miedo al rechazo o a no decir lo correcto también afecta, por eso algunos evitan hablar de sus sentimientos. Otras veces, la sinceridad puede ser tan literal que sin querer lastiman a su pareja con comentarios directos, cuando en realidad no tienen la intención de herir.

Foto Freepik

Necesidad de rutinas y sensibilidad sensorial

Un tercer rasgo que puede tensionar la relación es la preferencia por rutinas marcadas y la sensibilidad ante estímulos. Cambios inesperados en planes, horarios o costumbres pueden causar incomodidad, nervios o irritabilidad. Adaptarse a nuevas actividades (vacaciones, celebraciones, visitas sorpresa) resulta complicado, ya que el cerebro se relaja cuando hay previsibilidad. Además, la sensibilidad sensorial puede influir en la convivencia: ruidos, luces brillantes o ciertos olores pueden resultar demasiado intensos y provocar fatiga y mal humor. A veces, la necesidad de estar solo después de un encuentro social o tras un día intenso surge de esta sobrecarga, no por desgana o desamor. Entender y respetar este espacio personal ayuda a evitar malentendidos y reduce discusiones innecesarias.

Las rutinas pueden parecer rígidas para quien no las necesita, pero para la persona con autismo son formas de manejar la ansiedad. Algo tan simple como cambiar una marca de alimentos o el lugar donde se sienta la pareja en el sofá puede provocar incomodidad genuina. Las crisis o “shuts downs” ocurren cuando los estímulos sobrepasan la capacidad de procesarlos, y en esos momentos la comprensión y la baja demanda emocional hacen una diferencia.

Claves para acompañar a una pareja con autismo

El conocimiento es el primer paso. Llegar a entender estas características puede transformar la experiencia de pareja. Muchas veces, lo que parecía desinterés es una manera distinta de procesar la realidad. Preguntar abiertamente qué ayuda en momentos complicados, mantener rutinas claras y evitar las dobles interpretaciones puede propiciar un clima de confianza. Trabajar en la comunicación directa y validar las diferencias emocionales fortalece el vínculo. También es importante tener presente que estas señales no restan valor a la relación, sino que le aportan otra mirada, más honesta y menos condicionada por lo socialmente esperado.

La pareja que intenta comprender gana en intimidad y empatía. Ser paciente, explicar rutinas o dar detalles sobre cómo se espera actuar en ciertas circunstancias suele prevenir discusiones. La honestidad que caracteriza a muchos adultos autistas suma transparencia y elimina el miedo a los ‘juegos psicológicos’ tan comunes en otras relaciones.

A veces, buscar ayuda profesional en conjunto ayuda a poner en palabras lo que ambos sienten y a generar acuerdos que contemplen las necesidades de los dos. Terapia de pareja y espacios de psicoeducación pueden ser aliados clave en este proceso.

Observando estas tres señales, la relación puede dejar atrás malentendidos y abrir paso a una conexión genuina. Entender el autismo en adultos no solo permite identificar conductas, sino, sobre todo, cuidar y fortalecer el amor compartido desde la empatía y la realidad de cada uno.

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