Viajar en coche eléctrico: ¿Cuánto tiempo más tardamos en llegar al destino frente a uno de gasolina?

El auge de la movilidad eléctrica cambia la forma de entender los viajes largos. Cada vez más personas se plantean dejar atrás la gasolina, motivadas por una mayor conciencia ambiental, el ahorro económico y la experiencia silenciosa propia de los vehículos eléctricos. Pero surge la pregunta: ¿Cuánto tiempo extra demanda realmente un trayecto largo cuando se cambia la manguera del combustible por el cable de carga?
Factores que afectan la duración del viaje en coche eléctrico y gasolina
Planear un viaje en coche eléctrico exige pensar en muchos detalles. La autonomía real del vehículo, la potencia y ubicación de los puntos de carga, así como las condiciones de la carretera son determinantes. En los coches de gasolina, el repostaje es cuestión de minutos y la red de estaciones es abundante, lo que facilita los trayectos sin grandes preocupaciones por el combustible.
La necesidad de parar a recargar o repostar define la duración del viaje. En los eléctricos, anticipar la ruta, conocer los cargadores en funcionamiento y evaluar su potencia marca la diferencia. Cuantos más cargadores rápidos haya en carretera, menor es el inconveniente. Sin embargo, la infraestructura de carga en España sigue creciendo y, en rutas populares, no siempre se evitan colas o puntos fuera de servicio.
La autonomía y el impacto en la planificación de trayectos
Con un coche de gasolina o diésel, se puede recorrer entre 500 y 900 kilómetros de un tirón, según el depósito y el consumo. Por el contrario, la autonomía real de un coche eléctrico, como un Tesla Model 3, ronda los 400 kilómetros en condiciones favorables.
Esto implica estructurar los viajes con más paradas y una planificación más rigurosa. La diferencia se acentúa en verano, cuando el calor y el uso del aire acondicionado reducen notablemente la autonomía, especialmente con el coche cargado. Nadie quiere dejar al perro o a la abuela en casa, pero el peso extra también se nota en el consumo de energía.
Viajes dentro de la autonomía eléctrica no presentan dilación en el tiempo total. El ritmo de conducción se mantiene y la experiencia se iguala a la del motor de combustión. Sin embargo, en cuanto la ruta supera los kilómetros de la batería, comienza el reto logístico.
Tiempo de recarga frente al repostaje de combustible
Aquí se esconde la principal diferencia entre ambas tecnologías. Repostar gasolina es rápido: bastan cinco minutos para llenar el depósito y pagar en cualquier gasolinera. Incluso sumando una parada para el café, las pausas apenas afectan el tiempo de llegada.
La recarga en un coche eléctrico, en cambio, oscila entre 20 y 30 minutos si se utiliza un cargador rápido y se busca recargar solo el porcentaje necesario para alcanzar el siguiente punto de recarga. Estos tiempos pueden alargarse si el cargador es lento, si hay cola o si la batería se encuentra muy descargada.
Cada recarga incrementa el tiempo total de viaje, sobre todo si hay que realizar dos o tres paradas en rutas largas de unos 700 kilómetros, como un Madrid-Cádiz. En la práctica, esto significa sumar alrededor de una hora extra en recorridos de larga distancia, siempre y cuando no se produzcan imprevistos.

Condiciones que modifican el tiempo total de viaje
No solo la tecnología influye en la ecuación. Factores como la velocidad constante en autopista, el tráfico intenso, el clima extremo y la utilización de accesorios como la climatización pueden disparar el consumo y recortar la autonomía efectiva. Un descenso en la temperatura también obliga a usar la calefacción, lo que repercute en la energía disponible.
En los eléctricos, la gestión eficiente del consumo se convierte en un arte, mientras que en los de gasolina, el impacto en el depósito suele ser menos crítico. Ajustar el ritmo y prever paradas para carga se vuelve parte natural del viaje eléctrico, sobre todo en días de calor sofocante o cuando el trayecto cruza zonas montañosas.
Diferencia real en los tiempos de viaje: experiencias y datos recientes
Las pruebas más recientes demuestran que la diferencia de tiempo, aunque existe, no suele ser dramática si la ruta se planifica bien. En trayectos de entre 600 y 800 kilómetros, los coches eléctricos modernos suelen necesitar entre 40 minutos y una hora más que un vehículo de gasolina para cubrir la distancia, sin contar incidencias excepcionales como un punto de carga fuera de servicio.
Para rutas más cortas, o dentro de la capacidad de la batería, no hay diferencias relevantes. El tiempo de viaje se iguala y la experiencia resulta igual de cómoda, siempre que se acceda a un punto de carga al llegar a destino.
Ejemplos prácticos y escenario promedio de viaje
Considerar una ruta como Madrid a Cádiz ilustra la realidad. Un híbrido con unos 550 kilómetros de autonomía necesita una sola parada rápida de cinco a diez minutos, mientras que un eléctrico, con unos 400 kilómetros por carga, deberá realizar al menos dos paradas de 20 a 30 minutos. Planificar recargas óptimas ayuda, pero si hay mucha demanda en los cargadores o algún fallo en la infraestructura, el retraso puede crecer.
En viajes más modestos, dentro del radio de la autonomía, ambos vehículos avanzan al mismo ritmo y la diferencia desaparece. La situación mejora cada año con más cargadores rápidos y mapas de rutas inteligentes.
Ventajas adicionales y limitaciones del viaje en coche eléctrico
Uno de los principales atractivos del coche eléctrico es el ahorro económico. Recargar en casa para 100 kilómetros puede costar tan solo un euro en tarifa valle. En carretera, el precio del kilovatio suele equipararse al de un litro de gasolina, por lo que el ahorro se reduce, aunque sigue presente al sumar el ahorro en mantenimiento y en impuestos.
La sostenibilidad es otro punto fuerte. Cada kilómetro recorrido en modo eléctrico evita emisiones contaminantes y genera menos ruido, mejorando la experiencia y reduciendo el impacto ambiental. Sin embargo, la limitación de la infraestructura de carga, la congestión en horas punta y la variedad de aplicaciones y métodos de pago pueden complicar el viaje largo.
El crecimiento de la red de cargadores rápidos y la constante mejora en la capacidad de las baterías anticipan que la experiencia de los viajes eléctricos continuará mejorando. Elegir un eléctrico requiere flexibilidad y cierta pasión por la planificación, pero el avance en tecnología y servicio apunta a que llegar pronto dejará de ser solo cosa de los motores de gasolina.
La movilidad eléctrica ya es el presente y marca la hoja de ruta del futuro para quienes buscan eficiencia, sostenibilidad y una nueva forma de recorrer el camino.