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Salud

6 señales de que tu cuerpo necesita más vitamina D

La vitamina D influye directamente en el bienestar diario, aunque pocos prestan atención a las señales sutiles que emite el cuerpo cuando hay una deficiencia. Esta vitamina es básica para absorber el calcio y mantener sanos tanto huesos como músculos, pero también fortalece el sistema inmune.

Cómo actúa la vitamina D en el cuerpo

La vitamina D ayuda al cuerpo a usar el calcio, un mineral necesario para formar y mantener huesos firmes. Sin cantidades adecuadas, el esqueleto pierde densidad y se vuelve más frágil. Pero su papel no se limita a la estructura ósea. Permite que los músculos se contraigan correctamente, lo que facilita movimientos precisos, fuerza estable y una mejor coordinación. También interviene en la función de defensa inmunológica, ya que ayuda a las células del cuerpo a identificar y combatir infecciones. Mantener niveles adecuados favorece el rendimiento físico, reduce molestias articulares y evita enfermedades infecciosas frecuentes. Por eso, en muchas ocasiones, un cansancio persistente o aumento en las infecciones puede estar ligado con niveles bajos de vitamina D, más allá del frío o el estrés diario.

Señales de que tu cuerpo podría necesitar más vitamina D

El cuerpo da varias pistas cuando le falta vitamina D. Una de las advertencias más habituales es la fatiga constante, incluso después de una noche de buen sueño. Este cansancio puede volverse crónico, dificultando la concentración y afectando la productividad diaria. La sensación de debilidad muscular que acompaña suele manifestarse en las piernas o en las manos, dificultando acciones simples como subir escaleras, levantarse de una silla o cargar bolsas del supermercado.

El dolor óseo aparece con frecuencia en la parte baja de la espalda, las rodillas o las caderas, zonas que sostienen gran parte del peso corporal. Esta molestia no desaparece con reposo y puede presentarse en personas jóvenes o adultos mayores, restando movilidad y calidad de vida. A esto se suman los cambios de ánimo. Las personas con deficiencia de vitamina D suelen experimentar estados de depresión leve, irritabilidad o apatía. La tristeza sin razón aparente, o el desgano para realizar actividades que antes resultaban placenteras, puede estar relacionada con bajos niveles de esta vitamina.

Otro síntoma es la piel seca, que pierde elasticidad, se descama fácilmente y luce apagada. Este signo puede confundirse con problemas dermatológicos o climáticos, pero muchas veces mejora al corregir los niveles vitamínicos. Finalmente, la caída del cabello, especialmente en grandes cantidades durante el lavado o cepillado, puede señalar falta de vitamina D, ya que interviene en el crecimiento y renovación de los folículos pilosos. Si la caída es más notoria de lo habitual, conviene consultar con un profesional para descartar un déficit.

Foto Freepik

Factores de riesgo y recomendaciones para mantener buenos niveles de vitamina D

Diversos factores hacen que algunas personas sean más propensas a desarrollar deficiencia. La edad avanzada disminuye la capacidad natural para producir vitamina D a partir de la luz solar. Evitar el sol de forma sistemática, vivir en latitudes con poca luz o el uso excesivo de bloqueador solar también limitan su síntesis. Personas con piel más oscura o que permanecen mucho tiempo en espacios cerrados tienden a tener niveles bajos de esta vitamina.

Algunos problemas médicos como trastornos digestivos, renales o hepáticos pueden interferir con su absorción. Además, una dieta pobre en alimentos ricos en vitamina D empeora la situación. Entre estos alimentos destacan los pescados grasos, yema de huevo, hígado y productos fortificados, aunque en muchos casos la cantidad aportada por la dieta no cubre los requerimientos diarios.

La mejor recomendación es aprovechar la exposición solar moderada, alrededor de 10 a 20 minutos varias veces por semana en brazos y piernas, evitando quemaduras. Incluir en la mesa alimentos ricos en vitamina D y, en caso necesario, considerar la opción de suplementos. Sin embargo, es fundamental consultar primero con un médico, ya que el exceso puede causar daños a largo plazo, como problemas renales o alteraciones en el calcio sanguíneo. El control periódico mediante análisis médicos permite ajustar la estrategia según el estilo de vida y las necesidades individuales.

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