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Cocina, recetas y alimentos

Pasta, arroz o patatas: ¿Cuál eleva más el azúcar en sangre?

Mantener niveles estables de azúcar en sangre es clave para la salud, sobre todo si se busca prevenir diabetes o cuidar el peso. En la dieta diaria, muchos incluyen pasta, arroz y patatas como carbohidratos principales, pero no todos impactan igual la glucemia. Factores como el tipo, el método de cocción y la combinación con otros ingredientes pueden marcar la diferencia.

El impacto de la pasta, el arroz y las patatas en la glucemia

Cada carbohidrato tiene su propio índice glucémico (IG), una medida que indica la rapidez con que eleva la glucosa en sangre en comparación con el azúcar puro. Un IG alto significa que el alimento provoca picos rápidos de glucosa, mientras que un IG bajo lleva a incrementos más suaves y sostenidos.

La cantidad de almidón y fibra en estos alimentos determina en gran parte su efecto sobre la glucemia. Los procesados, como el arroz blanco o la patata en puré, tienden a tener valores más altos, y las versiones integrales o cocinadas con métodos suaves suelen mostrar cifras más bajas. La presencia de otros nutrientes, como proteínas o grasas saludables, también puede ayudar a reducir el efecto glucémico.

Pasta: el efecto del tipo y la cocción en la glucosa

La pasta, en especial cuando se elige integral o de trigo candeal, sobresale por su índice glucémico bajo, situándose generalmente cerca de 38. Este valor puede variar según el tipo de trigo, el nivel de refinamiento y, sobre todo, el método de cocción.

Cocer la pasta al dente hace que su almidón permanezca más firme, ralentizando la digestión y el paso del azúcar a la sangre. Si la pasta se cocina en exceso, el IG aumenta y se pierde el beneficio. Servir la pasta fría después de enfriarla favorece la formación de almidón resistente, una fibra especial que es menos digerible y suaviza el incremento de glucosa. La pasta recalentada ofrece un efecto similar, aunque ligeramente menor.

Añadir proteínas magras y vegetales ricos en fibra a los platos de pasta consigue que la absorción de carbohidratos sea más lenta y gradual. Por eso, una ensalada de pasta integral con pollo y espinacas resulta mucho más estable para la glucemia que un simple plato de pasta blanca con salsa.

Arroz: variedades, preparaciones y su respuesta glucémica

El arroz blanco destaca por su IG elevado, con valores que suelen rondar 72, lo que implica un impacto fuerte y rápido en los niveles de azúcar en sangre. Las versiones integrales, como el arroz integral o el basmati, mantienen un IG más bajo, lo que las convierte en mejores opciones para controlar la glucemia. El arroz de grano largo no parboilizado suele alcanzar valores más altos, mientras que el parboilizado desciende el impacto glucémico.

Tiempo de cocción y temperatura también influyen. Cocer demasiado el arroz o servirlo caliente eleva el IG, pero enfriarlo después de cocinarlo ayuda a generar almidón resistente, que modera la respuesta glucémica. Es preferible optar por preparaciones más secas, arroz suelto y limitar porciones para evitar picos de glucemia.

El arroz blanco sigue siendo el menos recomendable para quienes buscan estabilidad, ya que su falta de fibra y su procesamiento facilitan una absorción muy rápida.

Foto Freepik

Patatas: preparación y riesgo glucémico asociado

Las patatas presentan el IG más alto de los tres, sobre todo si se preparan fritas, en puré o al horno, llegando a superar valores de 85. Cuando se hierven y se consumen templadas o frías, su IG desciende, aunque sigue siendo mayor que el de la pasta o el arroz integral.

La patata frita dispara el azúcar en sangre rápidamente y aporta calorías extra por las grasas usadas en la cocción. El puré de patatas también genera picos glucémicos por la facilidad con que se digiere su almidón. En contraste, las patatas hervidas y luego enfriadas contienen más almidón resistente, lo que suaviza el aumento de glucosa.

Consumir con frecuencia patatas fritas o preparaciones procesadas contribuye a un mayor riesgo metabólico a largo plazo, tanto por el aporte extra de calorías y grasas como por la elevada respuesta glucémica.

Claves para un consumo saludable de estos alimentos

Eligiendo los tipos y métodos de preparación adecuados, la pasta, el arroz y las patatas pueden formar parte de una dieta que favorece la salud metabólica. Centrarse en el control de porciones, preferir opciones integrales y combinar con ingredientes de bajo impacto glucémico es el camino más seguro para mantener la glucosa bajo control.

Combinaciones y acompañamientos para reducir el impacto glucémico

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La mejor forma de atenuar el aumento de glucosa es añadir fibra, proteínas magras y verduras a los platos. Estos elementos ralentizan tanto la digestión como la absorción de los carbohidratos. Incorporar aceite de oliva, frutos secos o aguacate (en moderación) puede ser útil, ya que aportan grasas saludables.

Evitar las grasas saturadas (presentes en embutidos y frituras) y los azúcares añadidos también protege la respuesta glucémica. Preparaciones como un arroz integral con verduras salteadas y pechuga de pollo, o una ensalada de pasta integral con atún y tomate, favorecen cifras estables frente a opciones más refinadas o altas en grasa.

Porciones y frecuencia: límites para un equilibrio

Moderar la cantidad de carbohidratos en el plato es fundamental. Incluso los alimentos con IG bajo pueden elevar el azúcar si se consumen en exceso. La variedad importa: alternar entre diferentes tipos y recurrir a granos integrales, legumbres y verduras garantiza un aporte equilibrado de nutrientes sin sobrecargar el metabolismo de azúcares de digestión rápida.

No conviene repetir los mismos alimentos en todas las comidas ni abusar de los preparados industriales, pues suelen tener IG elevado. Mantener siempre el control sobre el tamaño de la porción y la frecuencia de consumo favorece la estabilidad metabólica.

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