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Salud

6 hábitos que los neurólogos recomiendan para mantener el cerebro activo

Mantener el cerebro activo es una tarea de todos los días y no está reservada solo para personas mayores o quienes sienten que empiezan a olvidar cosas. Los neurólogos insisten en la importancia de ciertas rutinas diarias para cuidar la salud mental, la memoria, la atención y el aprendizaje durante toda la vida. La ventaja es que cualquier persona, sin importar su edad o condición física, puede aplicar estos hábitos en su vida cotidiana.

Hábitos recomendados por neurólogos para un cerebro activo

Diversos estudios y especialistas resaltan cómo los hábitos diarios inciden en la capacidad del cerebro para adaptarse, recordar y responder a los retos del día a día. La actividad física regular es uno de los pilares más destacados. Caminar, bailar, nadar o andar en bicicleta no solo cuidan el cuerpo, sino que también mejoran la circulación, estimulan la creación de nuevas conexiones neuronales y ayudan a mantener un buen estado de ánimo. Incluso salir a pasear 20 minutos al día puede influir en la salud cerebral.

La alimentación equilibrada influye de manera directa en el funcionamiento del cerebro. Priorizar frutas, verduras, pescado, granos integrales y grasas saludables como el aceite de oliva provee los nutrientes necesarios para agilizar procesos mentales y proteger contra el deterioro cognitivo. Ejemplos sencillos son comer una fruta al día o reemplazar la manteca por aceite de oliva en la cocina.

Dormir bien es fundamental para el cerebro. El descanso adecuado facilita la consolidación de recuerdos, mejora la atención y ayuda a eliminar toxinas que se acumulan durante el día. Los neurólogos aconsejan dormir al menos siete horas, procurando hábitos como dejar el teléfono lejos de la cama y mantener horarios regulares para despertar y acostarse.

Leer de manera frecuente mantiene el cerebro en forma. La lectura estimula la imaginación, refuerza la concentración y enriquece el vocabulario, además de activar áreas encargadas de la comprensión y el análisis. Leer un capítulo cada día, una noticia interesante o escuchar audiolibros en trayectos cortos son excelentes opciones.

La socialización es esencial para la salud mental. Compartir tiempo con otras personas, participar en conversaciones, actividades grupales o simplemente mantener contacto con amigos y familiares reduce el riesgo de depresión y puede retrasar el deterioro cognitivo. Una tarde de cartas, una videollamada familiar o una charla en el parque funcionan como ejercicio para el cerebro.

Aprender cosas nuevas desafía al cerebro y mantiene activos los circuitos neuronales. Tomar clases, aprender un idioma, practicar un instrumento musical o cambiar pequeñas rutinas en el día, como probar una receta diferente, son maneras de activar el aprendizaje. Los neurólogos explican que la curiosidad constante fortalece la capacidad de adaptarse y recordar información nueva.

Foto Freepik

Cómo integrar estos hábitos en la rutina diaria

Adoptar estos hábitos puede parecer complicado al principio, pero con pequeñas acciones se logra incorporarlos poco a poco. La actividad física puede integrarse subiendo escaleras en vez de usar el ascensor o aparcando el auto un poco más lejos para caminar. Para quienes tienen poco tiempo, aprovechar algunos minutos al levantarse o antes de dormir para estirarse, hacer yoga o dar un breve paseo facilita la constancia.

Una alimentación equilibrada se construye con cambios pequeños, como añadir una fruta en el desayuno, preparar verduras al vapor en la cena o elegir nueces como snack. Participar en la compra de alimentos frescos o planificar las comidas también ayuda a mantener un mejor control nutricional.

En cuanto al descanso adecuado, la clave es crear rutinas relajantes al final del día: leer unas páginas de un libro tranquilo, escuchar música suave o preparar una infusión tibia pueden favorecer un sueño reparador. Si hay problemas para dormir, es útil evitar las pantallas antes de acostarse y mantener el dormitorio bien ventilado y oscuro.

La lectura frecuente puede convertirse en hábito si se elige material que realmente motive. Es preferible empezar con temas de interés personal, intercambiar libros con amigos o unirse a clubes de lectura físicos o virtuales; así, la motivación y la consistencia aumentan de forma natural.

La socialización no requiere eventos grandes ni frecuentes: una llamada expresando cariño o interés, enviar mensajes de buenos días a un grupo familiar o invitar a alguien a caminar juntos pueden ser gestos sencillos que mantienen el contacto humano. Para personas mayores, los centros comunitarios ofrecen talleres y actividades para compartir intereses y reducir el aislamiento.

Para aprender cosas nuevas, los recursos digitales pueden ser aliados: aplicaciones de idiomas, tutoriales en vídeo, cursos virtuales gratuitos o juegos de memoria en el móvil facilitan el acceso a conocimientos frescos sin depender de horarios fijos. Elegir un objetivo a corto plazo, como aprender cinco palabras nuevas cada semana o preparar un platillo diferente cada mes, mantiene el entusiasmo y refuerza la autoestima.

La motivación y la consistencia son factores clave para notar los beneficios de estos hábitos. Los especialistas sugieren apoyarse en la familia o los amigos para no perder el compromiso y usar recordatorios o agendas para no descuidar el avance diario. Con el paso de las semanas, la sensación de bienestar y agilidad mental se vuelve más palpable.

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