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Cocina, recetas y alimentos

Ni limón ni jabón: 3 trucos caseros para eliminar el olor a ajo y cebolla de tu tabla

El olor a ajo y cebolla se pega porque liberan compuestos de azufre que se adhieren a la tabla de cortar, sobre todo si es de madera porosa o si el plástico tiene marcas de cuchillo. Ese perfume intenso termina pasando a otros alimentos y arruina sabores delicados.

¿Por qué la tabla huele a ajo y cebolla y cómo evitar que se pegue?

Al cortar ajo y cebolla se liberan compuestos volátiles con azufre que se fijan con facilidad sobre superficies. La madera porosa los absorbe en sus fibras y el plástico los retiene en las pequeñas marcas que deja el uso, lo que muchos identifican como ranuras del plástico. Esa mezcla queda atrapada y, con el tiempo, se intensifica. El resultado es una tabla que desprende un aroma fuerte y que contamina el sabor de preparaciones suaves como frutas, pan o hierbas frescas.

La prevención empieza con hábitos simples. Tras usar la tabla, conviene enjuagarla con agua caliente para arrastrar residuos antes de que se sequen. Luego, el secado al aire en posición vertical ayuda a expulsar humedad de los poros y evita que el mal olor se concentre. No es buena idea dejar la madera en remojo, ya que se hincha, se agrieta y atrapa más olor con el paso de los días. Cuando sea posible, usar tablas separadas para ingredientes aromáticos y para alimentos neutros reduce transferencias indeseadas durante la preparación.

El sellado periódico de la madera con aceite mineral de grado alimentario crea una barrera fina que limita la absorción. Este cuidado no aporta sabor, no se enrancia y prolonga la vida útil. En plástico, el mantenimiento pide limpieza inmediata y un secado completo. Con estas pautas, la tabla se mantiene fresca y lista para trabajar sin sorpresas.

Tres trucos caseros sin limón ni jabón para quitar el mal olor

Las prácticas de cocina más usadas en la actualidad apuntan a tres aliados que funcionan sin complicaciones: bicarbonato de sodio, vinagre blanco y acero inoxidable. En conjunto cubren la limpieza, la neutralización de compuestos sulfurosos y la higiene básica. Sirven tanto en madera como en plástico si se aplican con cuidado y se respetan los tiempos de contacto. No se mezclan entre sí ni con cloro, y se usan de forma sencilla con agua, paño suave y paciencia.

Bicarbonato de sodio que absorbe y neutraliza el olor

Se prepara una pasta espesa con bicarbonato de sodio y un poco de agua, se extiende por la superficie, se insiste en las ranuras y se deja actuar un rato. Luego se enjuaga con agua y se seca sin frotar en exceso. El bicarbonato actúa porque neutraliza y absorbe moléculas responsables del olor fuerte del ajo y la cebolla. Es seguro para madera y plástico, no raya y ayuda a levantar residuos atrapados. Para olores persistentes se puede repetir la aplicación hasta recuperar la frescura.

Vinagre blanco que desinfecta y corta los compuestos de azufre

Se aplica vinagre blanco puro con un paño o con un rociador sobre la tabla ligeramente húmeda, se deja actuar unos minutos, se enjuaga solo con agua y se deja secar al aire. El ácido acético reduce la carga microbiana y neutraliza compuestos sulfurosos, y su propio aroma se desvanece al secarse. En madera muy delicada conviene probar primero en una esquina para confirmar que no afecta el tono. No se combina con cloro, ya que juntos liberan gases peligrosos, y se evita el uso si hay herrajes que puedan corroerse.

Foto Freepik

Acero inoxidable para arrastrar las moléculas del ajo y la cebolla

Con la superficie húmeda se frota una cuchara de acero inoxidable o una pastilla de acero especial durante un breve momento, con movimientos suaves y constantes. Este metal ayuda a “atrapar” moléculas sulfurosas y reduce el olor, sobre todo si es reciente o ligero. No raya si se hace con suavidad y luego se enjuaga y se seca como de costumbre. Es un truco conocido para las manos que, en tablas lisas, también aporta una mejora rápida entre preparaciones. En superficies porosas su efecto puede ser más limitado, pero suma como apoyo.

Mitos comunes que no ayudan y pueden empeorar el olor

El café molido, el perejil o la leche a veces solo enmascaran el problema y dejan residuos difíciles de quitar. La clave está en usar agentes que neutralicen moléculas, no que las tapen con otro aroma. Por eso conviene centrarse en bicarbonato, vinagre blanco y acero inoxidable, que actúan sobre compuestos sulfurosos y devuelven una base limpia para cocinar. Menos perfumes, más química sencilla que funciona.

Cuidado diario de la tabla para que no vuelva el olor

La disciplina en el uso marca la diferencia. Enjuagar al momento con agua caliente impide que los jugos del ajo y la cebolla se fijen de forma permanente. El secado vertical en una zona ventilada elimina humedad atrapada y previene malos olores por acumulación. En madera, evitar el remojo prolongado conserva su forma y reduce el riesgo de grietas que capturan aromas. Un poco de aceite mineral de grado alimentario cada cierto tiempo sella poros, facilita la limpieza y mantiene la superficie estable.

Separar tablas separadas para ingredientes muy aromáticos y para frutas o pan ayuda a preservar sabores. Cuando una tabla de madera retiene olor profundo, un lijado suave puede abrir el poro, liberar material impregnado y dejarla lista para aceitar de nuevo. El objetivo es combinar limpieza rápida, buena ventilación y protección del material. Con ese ciclo, los tres trucos actúan mejor y el olor no regresa.

Elegir hoy el método más cómodo facilita la rutina y ahorra tiempo en la próxima receta. Mantener la tabla seca, limpia y, si es de madera, con aceite mineral marcará la diferencia en cada corte. Vale la pena probar estos trucos en la próxima preparación y disfrutar una cocina que huele a fresco.

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