¿Cuál es el sueldo de un cardenal?

El misterio que envuelve a los cardenales no solo se debe a sus funciones espirituales, sino también a la opacidad histórica de sus ingresos. En tiempos recientes, el Vaticano ha abierto las cortinas y puesto en la mesa cifras concretas y una nueva lógica de austeridad. Desde 2021, los salarios de los cardenales han sido ajustados, se han eliminado antiguos privilegios y la transparencia se ha convertido en bandera. Este cambio responde a una economía presionada por la pandemia y a un Papa decidido a que la Iglesia viva con reglas más sencillas y claras.
¿Cómo se determina el sueldo de un cardenal en la Iglesia Católica?
El sueldo de un cardenal en la Iglesia Católica se fija según su función, lugar de residencia y la política financiera del Vaticano. No todos los cardenales reciben la misma cantidad. Los que ocupan un rol de mando en la Curia Romana suelen percibir un sueldo mayor, mientras que quienes viven en diócesis fuera de Roma se ajustan a los recursos de cada país o región.
El Vaticano usa fondos provenientes de donaciones, el Óbolo de San Pedro, inversiones inmobiliarias, turismo y la venta de productos conmemorativos. Estos ingresos sostienen tanto el salario como los beneficios adicionales. Además, las funciones de cada cardenal (administrativas, pastorales o diplomáticas) influyen en la compensación mensual que perciben.
Rangos salariales actuales y reformas recientes
La cifra más citada, tras las reformas impulsadas por el Papa Francisco, coloca el salario de un cardenal en 4.000 a 5.000 euros mensuales. Este ajuste significó una reducción del 10% respecto a años anteriores, una respuesta directa a la caída de ingresos causada por la pandemia y al objetivo de equilibrar el déficit.
En años recientes, el Papa también eliminó ayudas extras a altos cargos, como alojamientos sin costo y subsidios para secretaría. El énfasis ha pasado de asegurar privilegios a contener el gasto y fortalecer la equidad, algo muy visible desde 2021. A modo comparativo, obispos en la Curia reciben entre 1.500 y 2.500 euros, y personal laico oscila entre 1.300 y 3.000 euros. El presupuesto debe estirarse para cubrir los cerca de 10 millones de euros mensuales que representan todos los salarios del Estado Vaticano.
Diferencias entre cardenales en el Vaticano y diócesis
Residir en Roma marca una diferencia. Los cardenales que sirven en el Vaticano cobran el sueldo más alto, de entre 4.000 y 5.000 euros, junto con acceso limitado a otros beneficios. Aquellos retirados o designados en diócesis (por ejemplo, en España y América Latina) dependen de los presupuestos locales.
En México, se estima que el ingreso mensual de un cardenal ronda los 94.000 pesos mexicanos (aprox. 5.000 euros al tipo de cambio), aunque muchas veces se suma lo que recibe por otras funciones eclesiásticas. En España, la cifra resulta similar y triplica el salario mínimo local, colocando al cargo entre los más reconocidos de la jerarquía eclesiástica nacional.
Beneficios adicionales y condiciones de vida de los cardenales
Más allá del sueldo fijo, los cardenales disfrutan de ventajas materiales únicas, aunque estas han sido recortadas en años recientes. El acceso a viviendas con alquileres muy reducidos o subvencionados era, hasta poco, un beneficio generalizado. Hoy está reservado para quienes tienen tareas activas en la Santa Sede.
La atención médica gratuita en centros vaticanos sigue siendo parte del “paquete”. Además, cuentan con derecho a comprar en tiendas oficiales con precios inferiores al mercado y con acceso a espacios históricos y culturales. Este conjunto de privilegios representa un verdadero complemento a la nómina mensual.
No obstante, la presión interna por reducir el déficit terminó con la gratuidad absoluta de muchos de estos privilegios. Los cardenales ahora participan de la política de transparencia y austeridad, aceptando condiciones que, aunque cómodas, muestran menos opulencia que antaño.

Política de transparencia y gestión financiera en el Vaticano
La transparencia en la política salarial vaticana es una novedad del siglo XXI. Hasta la década pasada, los salarios y beneficios de la jerarquía romana eran materia de interpretaciones y rumores. Con el Papa Francisco, la línea es clara: todos los gastos deben justificarse y los sueldos ajustarse a la realidad.
El déficit financiero del Vaticano superó los 83 millones de euros en 2023, lo que forzó la aplicación de normas de máxima austeridad. La eliminación de viviendas gratuitas para altos cargos y la reducción de pagos adicionales se ha convertido en emblema de esta nueva etapa. El objetivo es claro: lograr un modelo sostenible que no renuncie a la misión social y espiritual de la Iglesia, pero que al mismo tiempo invite a la sobriedad.
La percepción pública también ha cambiado. Hoy, la sociedad observa con lupa cada decisión económica del Vaticano, haciendo del salario de los cardenales un tema central en el debate sobre transparencia y responsabilidad.
El papel del cardenal y su compensación en el contexto de la Iglesia
El cargo de cardenal está cargado de responsabilidad y también de simbolismo. Ser cardenal implica liderazgo, toma de decisiones en momentos clave (como la elección de un nuevo Papa) y la representación de la Iglesia ante los fieles y otras instituciones.
La compensación de los cardenales refleja esa doble naturaleza: trabajo directivo y misión pastoral. A pesar de recibir un salario superior al resto del clero, siguen sujetos a la expectativa de vivir con sencillez y humildad, algo que el Papa Francisco ha enfatizado repetidamente. La imagen de riqueza excesiva puede dañar la credibilidad de la Iglesia, por lo que la retribución económica busca un equilibrio difícil entre reconocimiento institucional y mensaje evangélico.
Funciones y expectativas éticas de los cardenales
El rol institucional del cardenal va mucho más allá de las funciones administrativas. La Iglesia espera de ellos una conducta intachable, capacidad de gobierno y atención pastoral. El salario y los beneficios están pensados para permitirles cumplir sus tareas sin preocuparse por el sostenimiento material, pero en ningún caso para fomentar la acumulación de bienes personales.
Las expectativas éticas sobre los cardenales son elevadas. Deben ser ejemplo de integridad, vivir con sencillez real y aceptar los límites materiales como parte del testimonio de servicio. La política salarial actual es un reflejo de esta ética: busca evitar privilegios innecesarios y mantener el foco en la misión eclesiástica.