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Salud

¿Hacer ejercicio reduce el colesterol?

El colesterol cumple funciones fundamentales en el cuerpo, pero cuando su nivel se descontrola, el riesgo cardiovascular crece de forma silenciosa. Muchos factores influyen en los valores de colesterol, pero el estilo de vida marca la diferencia. Entre las recomendaciones más sólidas que los especialistas comparten, la actividad física regular destaca como una herramienta fiable. ¿Realmente el ejercicio ayuda a reducir el colesterol? Comprender cómo responde el cuerpo al movimiento y cuáles son las opciones más eficaces resulta clave para cuidar la salud del corazón.

Impacto del ejercicio regular en los niveles de colesterol

La evidencia científica confirma que el ejercicio produce cambios favorables en los distintos tipos de colesterol y los triglicéridos. Al mover el cuerpo de manera consistente, el metabolismo se activa y se desencadenan mecanismos que ayudan al control del perfil lipídico.

Reducción del colesterol LDL y triglicéridos

El colesterol LDL, conocido como “malo”, es el principal responsable de la acumulación de placas en las arterias. La práctica constante de actividad aeróbica como caminar, correr, nadar o andar en bici baja los niveles de LDL. Al mismo tiempo, reduce los triglicéridos, otro tipo de grasa relacionada con el riesgo cardíaco.

La explicación no es solo matemática, sino biológica: el ejercicio activa enzimas que estimulan al hígado para transformar y eliminar el exceso de LDL. Además, contribuye a la pérdida de peso, lo que también disminuye esta grasa nociva en la sangre. Incluso reducciones modestas del 5 al 10% del peso corporal se traducen en mejoras notables.

Aumento del colesterol HDL y beneficios adicionales

El ejercicio no solo baja el colesterol perjudicial, sino que aumenta el HDL, el llamado “bueno”. Este tipo de colesterol actúa como un barrendero, llevando el sobrante de grasa hacia el hígado, donde se elimina. Solo con actividades moderadas como caminar a paso ligero 30 minutos la mayoría de los días se observan avances medibles en el HDL.

Además del efecto sobre los lípidos, la actividad física mejora la flexibilidad arterial, fortalece el corazón y reduce la inflamación. Estos beneficios extra refuerzan el motivo para hacer del ejercicio una costumbre.

Efectos fisiológicos: metabolismo de las grasas y salud arterial

El cuerpo responde al ejercicio utilizando grasas como fuente de energía. Esta movilización de reservas lipídicas obliga al hígado a procesar y eliminar colesterol. El movimiento frecuente “enseña” al organismo a aprovechar las grasas en vez de acumularlas. Así, las arterias permanecen más limpias y el flujo sanguíneo mejora.

La actividad física también estimula la circulación, disminuye la presión arterial y optimiza la función de los vasos sanguíneos. Esto se traduce en menor riesgo de sufrir infartos o problemas cerebrovasculares a lo largo de la vida.

Foto Freepik

Recomendaciones prácticas para aprovechar el ejercicio en el control del colesterol

Plantear el ejercicio como una receta universal no da resultado. Cada persona tiene necesidades y contextos distintos, pero adaptar el movimiento a cada caso permite aprovechar al máximo sus ventajas para la salud cardiovascular.

Ejercicios más efectivos: aeróbicos, de fuerza y HIIT

Las actividades aeróbicas caminar, trotar, bailar, nadar o pedalear lideran la lista de opciones. Son aptas para la mayoría y producen efectos claros en la regulación del colesterol. Se recomienda reunir al menos 150 minutos semanales de ejercicio de intensidad moderada.

Para quienes buscan variedad, los entrenamientos de intervalos de alta intensidad (HIIT) brindan resultados incluso con menos tiempo de dedicación semanal, alternando esfuerzo y recuperación. El entrenamiento de fuerza suma beneficios, al aumentar la masa muscular y apoyar el metabolismo de las grasas.

¿Cómo implementar una rutina progresiva y segura?

Empezar por sesiones cortas de 10 a 15 minutos facilita la adaptación del cuerpo. Se puede sumar tiempo a medida que la resistencia mejora, hasta alcanzar 30 minutos o más en la mayoría de los días. Para quienes tienen condiciones especiales, la progresión lenta y la observación de síntomas permiten evitar lesiones o complicaciones.

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El movimiento diario no debe limitarse al gimnasio. Caminar al trabajo, subir escaleras o dedicar tiempo a tareas domésticas contribuye al objetivo. Lo importante es mantenerse activo e ir sumando minutos que acumulen efectos en el cuerpo.

Importancia de la constancia y el apoyo profesional

El compromiso continuado marca la diferencia. Los beneficios del ejercicio no aparecen de un día para otro, pero la regularidad mantiene y potencia sus efectos. En casos de enfermedades, sobrepeso importante o riesgos cardiovasculares, la guía de un médico o preparador físico personalizado ayuda a evitar riesgos y lograr resultados seguros.

Combinar la actividad física con una alimentación equilibrada, baja en grasas saturadas y rica en alimentos frescos, potencia los efectos positivos sobre el colesterol. Formar equipo con profesionales de la salud multiplica las probabilidades de éxito.

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