Los zumos detox viven un boom constante. Prometen “limpiar el cuerpo” en pocos días, como si el organismo fuese un filtro que se atasca y necesitará un lavado rápido. La idea suena lógica, y además viene envuelta en colores vivos, mensajes de bienestar y la sensación de empezar de cero. Pero el cuerpo humano no funciona como una botella que se enjuaga. En una persona sana, la depuración ya ocurre a diario gracias al hígado y los riñones, sin necesidad de rituales líquidos.
Qué prometen los zumos detox y por qué suena tan convincente
La publicidad suele repetir lo mismo: eliminar “toxinas”, deshinchar, mejorar la piel, subir la energía y hasta hacer un “reset” del organismo. Es un relato cómodo, porque ofrece un plan simple, corto y medible. Si la báscula baja o el abdomen se nota menos tenso, el mensaje parece confirmarse. El problema es que ese “cambio rápido” suele ser, en gran parte, pérdida de agua y de glucógeno, no una limpieza profunda. Es parecido a ordenar una habitación escondiendo cosas en un cajón: por fuera se ve mejor, pero el fondo no cambia.
El lenguaje de toxinas y la confusión más común
En ciencia, una toxina es una sustancia concreta, con una dosis concreta y un efecto medible. En el marketing, “toxinas” significa “lo malo” sin apellido. Sin definir qué es, cómo se mide y cómo se elimina, el concepto queda en el aire. El hígado y los riñones sí trabajan con cosas reales, y lo hacen cada día.
La verdad biológica, el hígado y los riñones ya hacen el trabajo
El hígado transforma sustancias para que el cuerpo pueda usarlas o expulsarlas, y también ayuda a procesar alcohol y fármacos. Los riñones filtran la sangre, regulan líquidos y electrolitos, y eliminan desechos por la orina. En condiciones normales, ese sistema es estable y eficiente. Por eso, las revisiones científicas sobre “dietas detox” no encuentran pruebas sólidas de que un zumo “desintoxique” más allá de las funciones normales del organismo. En una persona sana, el cuerpo no necesita ayuda extra, necesita constancia.
Lo que sí puede pasar, menos calorías, menos fibra y cambios en el intestino
El zumo no es igual que la fruta entera. Al exprimir, se pierde mucha fibra, baja la saciedad y el azúcar se absorbe más rápido. Si se encadenan días solo con zumos, también puede cambiar el microbioma, que son las bacterias buenas del intestino. Un estudio reciente pequeño observó alteraciones que no se corrigieron de inmediato tras volver a comer normal.
Impacto real en el cuerpo, beneficios limitados y riesgos que se suelen ocultar
Un zumo puede aportar vitaminas y antioxidantes, sobre todo si la persona casi no come verduras. Ahí está su parte útil, como complemento. Pero el “detox” como sustituto de comidas tiene límites claros: puede causar picos de glucosa, fatiga por falta de proteína y grasa, y dolores de cabeza por restricción calórica. También puede favorecer pérdida de masa muscular si se repite. En los zumos verdes, la espinaca o la acelga cruda pueden concentrar oxalatos; en personas sensibles, en ayunas o con poca hidratación, eso puede aumentar el riesgo de molestias renales o cálculos.
Quién debería evitarlos o hablar antes con un profesional
Conviene prudencia en personas con diabetes o resistencia a la insulina, enfermedad renal o antecedentes de cálculos, embarazo, adolescencia, trastornos de la conducta alimentaria, o medicación que requiera comidas regulares. En esos casos, “solo líquidos” puede complicar el control del cuerpo más de lo que ayuda.
Alternativas más útiles que un detox, hábitos que sí ayudan al cuerpo
Lo que más apoya a los órganos de depuración son hábitos sencillos: comer fruta entera y verduras a diario, beber agua, dormir suficiente, moverse con regularidad, incluir proteína en cada comida y bajar ultraprocesados y alcohol. Si se quiere usar zumo, funciona mejor como acompañamiento, no como reemplazo. Y suele ser más sensato elegir batidos con pulpa, porque conservan más fibra y mejoran la saciedad.
