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Los 7 peores alimentos para comer antes de entrenar

La alimentación antes de un entrenamiento puede marcar la diferencia en cómo el cuerpo responde durante la actividad física, debido a que muchos buscan maximizar su energía y mejorar su rendimiento, pero a menudo subestiman cuán importante es evitar ciertos alimentos que predisponen a molestias digestivas, fatiga y deshidratación. Elegir mal no solo dificulta el logro de metas deportivas; también puede perjudicar la salud, provocando malestar, baja tolerancia al ejercicio e incluso lesiones.

Cuando se consumen alimentos inapropiados antes de entrenar, el cuerpo puede sufrir consecuencias inmediatas. Por un lado, la digestión se vuelve difícil, lo que genera pesadez, hinchazón y hasta náuseas mientras se ejercita. El rendimiento físico depende en gran parte de la disponibilidad de energía rápida y bien distribuida; si la absorción de los nutrientes es lenta o deficiente, el músculo no recibe lo que necesita para rendir. Además, los alimentos muy grasos o ricos en fibra, por ejemplo, retrasan el vaciado gástrico, ocasionando malestar abdominal y falta de agilidad, y algunas elecciones elevan el riesgo de deshidratación, agotamiento prematuro y problemas gastrointestinales como reflujo o diarrea. Priorizar una digestión ligera y un aporte energético adecuado es el primer paso para cuidar el bienestar y hacer del ejercicio una experiencia positiva.

Los 7 peores alimentos para consumir antes de entrenar

Existen ciertos grupos de alimentos que, si se comen en las horas previas a la actividad física, pueden impactar de forma negativa tanto en el desempeño como en el bienestar corporal. Evitarlos ayuda a garantizar entrenamientos más seguros, eficientes y satisfactorios.

Bebidas con gas y energéticas

Las bebidas carbonatadas, como refrescos o aguas con gas, generan rápidamente hinchazón y malestares abdominales, una sensación de presión en el estómago que dificulta la respiración y restringe el movimiento. Las bebidas energéticas, por otra parte, pueden inducir un falso aumento de energía mediante azúcares y cafeína, pero provocan deshidratación, taquicardia y caídas bruscas de energía poco después. Además, ambas opciones alteran el equilibrio de líquidos, lo cual perjudica la hidratación esencial para un entrenamiento óptimo.

Legumbres y verduras altas en fibra

Consumir legumbres como frijoles, garbanzos o lentejas antes de entrenar suele provocar gases e inflamación abdominal debido a los oligosacáridos y la fibra insoluble. Lo mismo sucede con verduras crucíferas como brócoli y coliflor, que contienen rafinosa, un carbohidrato de difícil digestión. La consecuencia es un constante malestar, retortijones y poca tolerancia a los movimientos intensos, lo cual puede hacer que la experiencia de entrenar sea incómoda y menos productiva.

Foto Freepik

Frituras y alimentos ricos en grasas saturadas

El consumo de frituras, embutidos y otros productos ricos en grasas saturadas ralentiza el proceso digestivo, incrementando la sensación de pesadez y cansancio. Este tipo de alimentos hace que el cuerpo destine más sangre y energía a la digestión que al trabajo muscular, reduciendo así la capacidad de respuesta y esfuerzo durante las rutinas. A largo plazo, su ingesta frecuente se asocia también a un mayor riesgo de problemas metabólicos.

Lácteos altos en grasa y chocolates

Los lácteos con alto contenido graso (leche entera, quesos curados, nata) y ciertos chocolates suelen generar molestias previas al entrenamiento. Tanto la grasa como el azúcar de estos productos aumentan el esfuerzo digestivo, lo que puede traducirse en acidez, náuseas o malestar intestinal al ejercitarse. Muchas personas, además, presentan algún grado de intolerancia a la lactosa, acentuando los problemas digestivos y el riesgo de calambres estomacales.

Alimentos picantes y bebidas alcohólicas

Incluir alimentos picantes o especiados justo antes de entrenar aumenta el riesgo de reflujo, acidez y malestar gástrico. Estos efectos pueden manifestarse incluso con poca cantidad, arruinando la tolerancia al esfuerzo. El alcohol, por su parte, tiene un efecto deshidratante inmediato, interfiere en la capacidad de termorregulación y reduce la coordinación motora, lo cual incrementa la posibilidad de lesiones y disminuye notoriamente el rendimiento, incluso en niveles bajos de consumo.

Una alimentación consciente antes de entrenar es clave para sacar el máximo provecho de cada sesión y para proteger la salud a largo plazo. Elegir productos de fácil digestión, con bajo contenido graso y azucarado, y evitar estimulantes y bebidas carbonatadas puede marcar una gran diferencia en el desempeño físico diario. La dedicación al detalle en estos hábitos resulta fundamental para quienes buscan disfrutar y progresar de forma segura y eficiente en sus entrenamientos.

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