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Salud

Nuevos tratamientos para la depresión estacional: un alivio invernal

Cuando llega el invierno, a muchas personas no solo les cambia la ropa, también el ánimo. La depresión estacional (o trastorno afectivo estacional, TAE) aparece con más fuerza cuando hay menos horas de luz, se alteran el sueño y la energía, y el cuerpo parece ir a destiempo.

Depresión estacional en invierno: señales claras y por qué pasa

El TAE suele sentirse como un apagón lento: tristeza persistente, cansancio que no se quita, más sueño del habitual, antojos de carbohidratos, dificultad para concentrarse y ganas de aislarse. No es lo mismo que estar desanimado unos días; aquí los síntomas se repiten durante semanas y afectan el ritmo normal. La menor exposición a la luz solar desajusta el reloj interno, cambia la señal de sueño y vigilia, y puede influir en sustancias del cerebro ligadas al bienestar. Si el malestar interfiere con el estudio, el trabajo o las relaciones, conviene pedir ayuda profesional y no esperar a “que pase solo”.

Quién tiene más riesgo y qué errores la empeoran

El riesgo sube en personas con antecedentes de depresión, quienes viven en zonas con poca luz invernal, trabajan a turnos o pasan casi todo el día en interiores. También influye el estilo de vida: dormir cada noche a una hora distinta desordena el ritmo circadiano; usar pantallas hasta tarde recorta la melatonina; y el aislamiento reduce el movimiento y el apoyo social. A veces el cambio más simple, salir a buscar luz natural cada mañana, ya marca una diferencia, aunque no siempre basta por sí solo.

Tratamientos que más se usan hoy y cómo han mejorado

El enfoque actual suele ser un plan combinado y ajustado a cada persona: luz, terapia psicológica y, si hace falta, medicación. En casos leves, a menudo se empieza por hábitos guiados, fototerapia y psicoterapia, antes de pasar a fármacos. En cuadros moderados o con historial de recaídas, el profesional puede proponer antidepresivos junto a luz o terapia para mejorar la respuesta. Actualmente, hay más opciones de seguimiento, también online en psicoterapia, y una idea más clara de que la constancia pesa más que el “todo o nada” de las primeras semanas.

Fototerapia y simuladores de amanecer: cómo se usan y qué esperar

La fototerapia se apoya en lámparas de 10.000 lux para imitar la claridad del día. Lo habitual es usarla unos 30 minutos por la mañana, a una distancia recomendada por el fabricante, sin mirar fijo a la luz. La regularidad importa, y usarla tarde puede alterar el sueño. Si hay problemas oculares, migrañas frecuentes o trastorno bipolar, conviene consultarlo antes. Como apoyo, los simuladores de amanecer suben la luz de forma gradual al despertar, y ayudan a “poner en hora” el cuerpo en semanas oscuras.

Foto Freepik

Terapia cognitivo-conductual para TAE: herramientas prácticas para el invierno

La TCC adaptada al TAE trabaja con lo que el invierno activa por dentro y por fuera. Ayuda a detectar pensamientos automáticos del tipo “no voy a poder con el día”, y a responder con planes realistas. También usa activación conductual, con actividades pequeñas pero constantes, y técnicas de atención plena para cortar el bucle de rumiación. El foco está en rutinas sostenibles, sueño estable y metas que sí se pueden cumplir. Con el tiempo, este trabajo mejora la prevención de recaídas en inviernos siguientes.

Opciones más nuevas para casos difíciles: estimulación magnética y apoyo médico

Cuando la depresión se vuelve resistente o no mejora con lo habitual, gana espacio la estimulación magnética transcraneal (EMT). Es una técnica no invasiva que usa pulsos magnéticos sobre zonas concretas del cerebro, en sesiones breves y repetidas, siempre con supervisión médica. No sustituye el seguimiento, pero puede integrarse en un plan completo. En España se usa cada vez más en hospitales y clínicas, y algunos centros públicos la ofrecen para depresión resistente. En este perfil, se describen tasas de mejora altas, con cifras que llegan hasta un 70% en algunos pacientes, sin los efectos típicos de ciertos fármacos. Aun así, la medicación sigue siendo una herramienta válida en casos moderados o graves, a menudo combinada con luz o terapia.

El alivio suele llegar como llega el amanecer en enero, poco a poco, con un plan constante y hecho a medida. Ajustar la luz, sostener rutinas y contar con apoyo clínico reduce el desgaste emocional. Si los síntomas duran varias semanas o vuelven cada invierno, lo más sensato es hablar con un profesional y revisar opciones, porque pedir ayuda a tiempo acorta el sufrimiento y devuelve margen para vivir el día.

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