Se dice que estos colores son los favoritos de las personas menos inteligentes

Las creencias sobre la relación entre el color favorito y la inteligencia han capturado la imaginación colectiva. Muchas veces, se difunden en redes sociales afirmaciones sobre ciertos tonos “poco inteligentes”. Estas ideas rara vez se apoyan en hechos sólidos. Comprender cómo la elección de color se entrelaza con estereotipos y las dinámicas sociales ayuda a desmontar estos mitos, promoviendo una visión más justa de la identidad y el pensamiento.
El papel de los colores en la percepción social de la inteligencia
La asociación entre ciertas gamas cromáticas y la inteligencia nunca es casual. Factores como la cultura, la historia y la psicología del color construyen imágenes mentales sobre cuáles colores representan sabiduría, intelectualidad o incluso mediocridad. En contextos educativos y profesionales, colores como el azul y el verde sugieren calma, claridad y creatividad. Son tonos valorados porque, psicológicamente, inspiran confianza y serenidad.
Por el contrario, los colores intensos y saturados pueden causar otra impresión. A menudo, se cree que quienes usan rosa neón, naranja brillante o amarillo chillón buscan destacar de manera impulsiva. Sin embargo, los avances actuales en psicología y análisis de datos por inteligencia artificial muestran que esta percepción viene más de estigmas culturales que de pruebas científicas.
El auge de algoritmos que analizan tendencias de color ha reforzado ciertas opiniones sobre lo que un color “dice” de la personalidad de alguien. Pero estos sistemas no miden capacidades mentales ni creatividad real.
Colores tradicionalmente asociados con personas menos inteligentes
La percepción popular pinta una lista de colores que supuestamente atraen a las personas menos inteligentes. Entre ellos aparecen el rosa neón, el naranja intenso y otros tonos brillantes. Estos colores suelen relacionarse con conductas impulsivas, búsqueda de atención y gratificación instantánea. Se piensa que quienes los prefieren valoran lo superficial más que la reflexión profunda.
Sin embargo, examinar con lupa los resultados de pruebas cognitivas y la evidencia académica muestra otra realidad. Aunque algunos algoritmos de IA han vinculado marrón, gris y negro con puntuaciones bajas en creatividad o motivación, no hay relación directa con la inteligencia. La cultura ha instalado la idea de que lo sobrio es “inteligente” y lo vibrante o llamativo es “menor”, pero esto refleja más una construcción social que un dato medible.
Ni el color del guardarropa ni la preferencia por un tipo de accesorio determina el nivel de pensamiento estratégico de nadie. Lo que sí demuestran los estudios es que los colores brillantes pueden evocar emociones puntuales e influyen en la energía del momento.
Factores culturales y subjetivos que influyen en la preferencia de color
Las razones detrás de cada inclinación por un color son tan complejas como únicas. La cultura, la crianza y el entorno juegan papeles fundamentales. Un tono que en un país representa alegría, en otro puede ser un símbolo de duelo o rebeldía. Esto prueba que la preferencia cromática no es universal ni tiene raíz fisiológica fija.
Cada persona trae una historia diferente con los colores. Las experiencias de infancia, el círculo social y los modelos a seguir pueden marcar el gusto por lo brillante o lo discreto. Por estas razones, asociar un color con niveles de inteligencia es una generalización peligrosa. Limita la comprensión y alimenta estereotipos que distorsionan la apreciación individual.
En realidad, la paleta de preferencias crece con cada vivencia, y lo que un grupo llama “gusto inmaduro” otro lo valora como signo de energía y creatividad.

El mito de la inteligencia y la preferencia cromática
Las historias sobre colores “de menos inteligentes” se multiplican por los medios y las redes. Muchas publicaciones reproducen listas sin respaldo científico, y algunos algoritmos de inteligencia artificial las amplifican sin distinción. Esta mezcla de mito y tecnología crea un caldo de cultivo perfecto para estereotipos contemporáneos.
En ocasiones, incluso reportes de IA sugieren que quienes eligen colores neutros o apagados (marrón, gris, negro) rinden menos en pruebas cognitivas. Pero la ciencia no confirma estos supuestos y resalta la necesidad de mirar el fenómeno en contexto.
Evidencia empírica y la falta de base científica
Ninguna investigación seria sostiene que el color favorito predice la inteligencia. Los estudios en psicología del color muestran conexiones entre tonos y emociones, no entre preferencias cromáticas y coeficientes intelectuales.
Se ha observado que los colores primarios intensos como el rojo y el amarillo, o los tonos neón, se relacionan más con estados de ánimo, impulsividad y deseo de estímulos. Pero esto no significa menor capacidad cognitiva ni ausencia de juicio.
Analizar colores y su impacto requiere separar la percepción de la realidad científica. La preferencia cromática no da pistas directas sobre la creatividad, la memoria o el razonamiento lógico de una persona. Lo contrario sostiene un mito más útil para titulares virales que para el autoconocimiento real.
Influencia de la inteligencia artificial en la propagación del estereotipo
La llegada de sistemas que analizan tendencias mediante inteligencia artificial ha reforzado la difusión de creencias sobre colores y niveles intelectuales. Algoritmos ajustados a patrones populares replican ideas sociales, amplificando la noción de que los colores vivos significan menos inteligencia.
El riesgo está en aceptar estas clasificaciones como hechos, sin mirar el contexto humano detrás de los datos. La interpretación crítica exige identificar cuándo la información proviene de una fuente confiable o solo responde a algoritmos sesgados por la cultura y el mercado digital.
Las tendencias actuales en investigación invitan a ver los colores bajo la lupa de la diversidad individual, no como etiquetas de valor. Cada elección de color habla más de una interacción compleja de personalidad, entorno y cultura que de un rasgo intelectual fijo. Fomentar estereotipos desde la IA limita la riqueza del pensamiento humano, en vez de revelarla.