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Sexo y relaciones

Sí, los hombres también tienen un punto secreto y así se estimula

El llamado punto secreto masculino existe y está en la próstata, también conocida como punto R o punto P. Esta glándula, con forma parecida a una castaña y tamaño variable con la edad, se ubica a pocos centímetros del ano y puede estimularse desde el perineo o de manera interna. Muchas personas describen sensaciones profundas, orgasmos más largos y, en algunos casos, mayor volumen de semen cuando la práctica se realiza con calma y respeto.

Punto R masculino: qué es, dónde está y por qué se siente tan bien

El llamado punto G masculino es la próstata, una glándula que aporta gran parte del líquido de la eyaculación y concentra muchas fibras nerviosas. Se encuentra por vía interna a unos 5 centímetros de la entrada anal, en dirección al ombligo, y al tacto se percibe como una zona firme y ligeramente abultada. Para localizarla con el dedo, la técnica más cómoda es introducir con lubricación y curvar la yema hacia adelante, como si se hiciera el gesto de ven aquí. Al presionarla con movimientos suaves, la sensación puede volverse cálida y expansiva. También es posible disfrutar por fuera, aplicando presión rítmica en el perineo, la zona entre los testículos y el ano. Esta práctica es normal, habla de autoconocimiento y cuidado del placer. Siempre requiere consentimiento, comodidad, higiene y comunicación para ajustar ritmo, presión y límites. No hay prisa, cada cuerpo tiene su compás.

Anatomía fácil: qué hace la próstata y por qué da placer

La próstata rodea la uretra, produce líquido seminal y participa en la eyaculación. Alberga muchas terminaciones nerviosas, de ahí su alta sensibilidad al tacto. Su forma recuerda a una castaña y su tamaño puede variar con la edad. La sensación que provoca no es igual a la del pene, suele sentirse más profunda, envolvente y sostenida. Por eso a veces se experimenta una mezcla de placer pélvico y cosquilleo interno que mejora con respiración y relajación.

Mitos y verdades que frenan el disfrute

La estimulación prostática no define tu orientación, es simplemente una práctica más dentro de la sexualidad. Puede hacerse en solitario o en pareja, con o sin penetración, porque la estimulación externa del perineo también funciona muy bien. Importa recordar que cada cuerpo es distinto, hay quien lo disfruta y quien no, y ambas opciones están bien. La higiene, la comunicación y el consentimiento hacen toda la diferencia, igual que usar lubricante y avanzar con calma. No hay metas obligatorias, solo curiosidad informada y respeto por los límites personales.

Beneficios posibles si se hace bien

Muchas personas reportan orgasmos intensos, sensaciones más duraderas y un tipo de placer que se expande por la pelvis. En algunos casos se percibe mayor volumen en la eyaculación, algo que puede variar según el momento y la respuesta del cuerpo. También suele aparecer relajación, mejor conexión con la pareja y una mayor conciencia corporal. Estas vivencias no son una promesa, son experiencias comunes que dependen de la práctica, el estado de ánimo y la comodidad. Si hay molestias o dudas de salud, la ruta correcta es consultar con un profesional.

Foto Freepik

Cómo estimular el punto secreto con seguridad y más placer

La preparación es sencilla y marca la diferencia. Manos limpias, uñas cortas, posible uso de guantes, espacio tranquilo y abundante lubricante a base de agua o silicona. Lo ideal es comenzar respirando profundo, soltar la pelvis y hablar de sensaciones, una invitación clara a que el cuerpo respira y suelte tensiones. Empezar por el perineo con presión suave y rítmica ayuda a despertar la zona, y combinar con caricias del pene puede amplificar el placer. Si se decide ir por vía interna, la entrada debe ser lenta, con la yema curvada curva hacia el ombligo, movimientos cortos, pausados y atentos a la respuesta. Los juguetes anatómicos juguetes con base amplia son una opción para más adelante, idealmente pequeños al inicio, y siempre limpios antes y después. Si aparece molestia, se ajusta; si hay dolor, si duele, para. La medida justa la marca el cuerpo.

Estimulación externa del perineo, simple y sin penetración

La zona entre los testículos y el ano responde muy bien a una presión progresiva y a masajes con lubricante para evitar fricción. Se pueden aplicar pequeños círculos, pulsos o presiones sostenidas, variando el ritmo según la sensación del momento. Algunas personas disfrutan sumar vibración suave, que ofrece un estímulo estable y cómodo. Coordinar con caricias del pene o del frenillo potencia la intensidad y crea una curva de placer más completa. En pareja, acordar una palabra segura facilita ajustar límites sin cortar la conexión. La clave está en mantener la atención en la respiración y en la señal más honesta, la del propio cuerpo.

Estimulación interna paso a paso, para quien ya está listo

La vía interna pide generosidad con el lubricante, entrada lenta y mucha paciencia. Una vez dentro, se curva el dedo hacia el frente para buscar la zona firme y se aplican movimientos cortos y suaves, con pausas para notar cómo cambia la sensación. Solo aumenta el ritmo si se siente agradable, y se puede combinar con caricias externas para sumar placer sin sobrecargar. Si se usan juguetes, conviene empezar por un juguete pequeño, con tope ancho que impida que se deslice por completo, y evitar objetos improvisados. Todo debe limpiarse antes y después, y también es útil usar preservativo en el juguete para facilitar la higiene. Al terminar, se retira despacio y se vuelve a la calma, observando el cuerpo unos minutos.

Señales de alerta y cuándo consultar

Hay que interrumpir ante dolor agudo, sangrado, fiebre o molestias al orinar, y buscar consulta médica si aparecen estos signos. Conviene posponer la práctica si hay hemorroides molestas, fisuras o infecciones, hasta recuperarse por completo. Quienes tienen antecedentes de problemas prostáticos deben valorar la práctica con su profesional de referencia. Probar el lubricante en una pequeña zona de piel reduce el riesgo de reacciones. El placer siempre va de la mano del cuidado.

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