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Salud

Tosferina: la llamada tos de los 100 días que va en aumento

La tos ferina, también conocida como la enfermedad de los 100 días, es una infección bacteriana altamente contagiosa que afecta los pulmones y las vías respiratorias. En los últimos tiempos, ha habido un aumento significativo en los casos de tos ferina en el Reino Unido, lo que ha llevado a los expertos a instar a las mujeres embarazadas y a los niños a vacunarse.

¿Qué es la tos ferina y por qué es peligrosa?

La tos ferina, oficialmente conocida como Bordetella pertussis, es una infección bacteriana que puede causar graves complicaciones respiratorias, especialmente en los lactantes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que los lactantes son los más vulnerables a esta enfermedad y que las personas con tos ferina son altamente contagiosas hasta tres semanas después del inicio de la tos. Es importante tener en cuenta que la tos ferina puede afectar a personas de todas las edades, pero los bebés menores de 6 meses corren un mayor riesgo de sufrir neumonía, dificultades respiratorias y convulsiones.

Síntomas de la tos ferina

Los primeros síntomas de la tos ferina suelen aparecer entre siete y diez días después de la infección. Estos síntomas iniciales incluyen fiebre leve, secreción nasal, dolor de garganta y tos. A medida que la enfermedad progresa, la tos se vuelve más persistente y seca, lo que lleva a la característica tos ferina que puede durar semanas e incluso meses. Algunos adultos también pueden experimentar dolor en las costillas debido a la intensidad de la tos. Es importante destacar que la tos ferina puede ser especialmente grave en bebés y niños pequeños, por lo que es crucial tomar medidas preventivas, como la vacunación.

Diagnóstico de la tos ferina

El diagnóstico de la tos ferina puede ser difícil, ya que los síntomas pueden parecerse a los de otras enfermedades respiratorias comunes, como resfriados, gripes o bronquitis. Sin embargo, existen métodos para identificar con mayor precisión esta enfermedad. El médico puede realizar un diagnóstico en función de la sintomatología y, en algunos casos, puede ser necesario realizar pruebas adicionales, como un análisis de sangre para detectar signos de infección o una radiografía de tórax para evaluar posibles complicaciones como la neumonía.

Evolución de la enfermedad

Periodo de incubación: tras la exposición al agente causal, se observa un lapso de 1 a 2 semanas sin manifestaciones sintomáticas. Es decir, tras contraer la tosferina, los síntomas suelen tardar entre 7 y 10 días en aparecer, aunque en ocasiones este periodo puede ser más prolongado.

Periodo catarral o de inicio: al principio, los síntomas son leves y similares a un resfriado común: tos leve, mucosidad nasal, estornudos y, en ocasiones, fiebre baja. Estos síntomas se intensifican progresivamente, especialmente durante las noches, y pueden desencadenar vómitos. La tos evoluciona hacia episodios más graves y frecuentes, a menudo con espasmos o el sonido distintivo conocido como «gallo».

Periodo de estado o asfíctico: esta fase, que abarca de 4 a 6 semanas, muestra un empeoramiento progresivo de los síntomas. La acumulación de mucosidad espesa en las vías respiratorias conduce a una tos incontrolable y paroxística, provocando episodios convulsivos de tos («quintas»). Durante estos ataques, la persona puede ponerse roja o azulada, experimentar malestar y presentar el sonido de inspiración conocido como «gallo».

Entre los episodios de tos, el paciente suele sentirse bien. Sin embargo, no todos los afectados muestran el sonido distintivo «gallo». En algunos casos, especialmente en adultos y adolescentes, la única manifestación puede ser una tos seca persistente. En bebés, la tos puede estar ausente pero provocar pausas de apnea. Es esencial distinguir la tosferina de otras afecciones respiratorias con tos intensa y repetida, así como identificar la presencia de cuerpos extraños en las vías respiratorias.

La duración de los síntomas generalmente alcanza las 6 semanas, pero en algunos casos puede prolongarse hasta 10 semanas o incluso meses.

Aumento de los casos de tos ferina y su relación con la pandemia de COVID-19

En los últimos años, ha habido un incremento significativo en los casos de tos ferina en el Reino Unido. Según la Agencia de la Seguridad Sanitaria del Reino Unido (UKHSA), los casos se han más que triplicado en comparación con el año pasado, con un aumento del 230% entre julio y noviembre de 2023. Aunque estas cifras son inferiores a las registradas antes de la pandemia, es importante comprender por qué están aumentando los casos.

La pandemia de COVID-19 ha desempeñado un papel importante en el incremento de los casos de tos ferina. Las medidas de bloqueo y las interrupciones en los servicios médicos han llevado a una reducción en la inmunidad y a una disminución en las tasas de vacunación. Antes de la introducción de la vacunación sistemática, la tos ferina solía afectar a decenas de miles de personas en el Reino Unido. Gracias a la vacunación, estas cifras se redujeron drásticamente, pero la infección nunca desapareció por completo, ya que ni la infección ni la vacunación pueden proporcionar una protección de por vida.

Importancia de la vacunación en la prevención de la tos ferina

Dada la gravedad de la tos ferina, especialmente en bebés y niños pequeños, la vacunación juega un papel crucial en su prevención. Se recomienda encarecidamente que las mujeres embarazadas se vacunen para proteger a sus bebés desde el nacimiento. Además, se ofrecen tres dosis de la vacuna contra la tos ferina a los bebés pequeños a las ocho, doce y dieciséis semanas de vida. La vacuna no solo protege a los niños de la tos ferina, sino que también ayuda a reducir la propagación de la enfermedad en la comunidad.

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Veronica Pereira