Cómo eliminar los microplásticos de los alimentos y el agua

Los microplásticos son pequeñas partículas de plástico, de menos de 5 milímetros, que se infiltran en agua, aire y alimentos de todo el mundo. Resultan del desgaste de artículos como envases, ropa sintética, neumáticos y productos de higiene. Se estima que cada año se generan cientos de millones de toneladas de plástico, una fracción termina como microplásticos en ríos, mares y finalmente en la cadena alimentaria. Han sido detectados en pescados, mariscos, sal, azúcar, miel, cerveza y en el agua que se bebe cada día.
El problema es grave: su presencia ha crecido tanto que ya es imposible no encontrar rastros en los productos cotidianos. Esto plantea preguntas urgentes sobre los riesgos a la salud y el entorno natural.
Impacto de los microplásticos en la salud y el medio ambiente
Los microplásticos llegan a los alimentos y el agua por la contaminación de ríos, la atmósfera, el lavado de ropa sintética, y el envasado en plástico. Durante su ciclo, absorben sustancias tóxicas como metales pesados, ftalatos y BPA, que pueden terminar en nuestro organismo por ingestión inadvertida. Estudios recientes han identificado microplásticos en el agua embotellada y del grifo, en pescados, moluscos, sal y miel.
Estos compuestos pueden causar bioacumulación y contaminación secundaria, transportando otros tóxicos a través de la cadena alimentaria. La exposición crónica aumenta el riesgo de trastornos hormonales, afecta la reproducción y podría elevar la probabilidad de desarrollar cáncer. Al ser tan diminutos, algunos logran atravesar barreras biológicas y alojarse en órganos vitales, como el hígado, sistema linfático e incluso el cerebro, según han demostrado estudios en animales. Este fenómeno preocupa a expertos ambientalistas y autoridades sanitarias, porque las partículas pueden causar daños celulares y alteraciones neurotóxicas.
El impacto ecológico tampoco es menor: la presencia de microplásticos se asocia a la disminución de especies y degradación de hábitats acuáticos y terrestres. Una vez en el ambiente, son prácticamente imposibles de retirar, y su acumulación pone en jaque la salud de ecosistemas completos.
Métodos efectivos para eliminar microplásticos del agua y los alimentos
La eliminación de microplásticos requiere combinar prácticas caseras y soluciones tecnológicas. En el ámbito doméstico, ciertos métodos limitan la entrada de microplásticos a la dieta. Por ejemplo, filtrar el agua con filtros de carbón activado o cerámica puede quitar una parte de las partículas. Estudios recientes revelan que hervir el agua ayuda a que algunos microplásticos se agreguen y sean más fáciles de filtrar.
En el sector industrial, tecnologías de membrana como la microfiltración y la nanofiltración logran retener partículas minúsculas, muchas veces invisibles al ojo humano. Otro proceso eficaz es la coagulación química, que agrupa microplásticos dispersos en el agua para retirarlos con mayor facilidad. Algunos dispositivos innovadores emplean minerales con propiedades magnéticas para atraer y extraer hasta el 90% de estas partículas durante el tratamiento de aguas residuales.

Prácticas caseras para reducir y eliminar microplásticos
La prevención empieza en el hogar. Filtrar el agua con filtros especializados, cambiar el carbón activo de forma regular e incluso usar filtros de café o té disminuye la presencia de microplásticos en el consumo diario. Hervir el agua por al menos cinco minutos, basado en publicaciones científicas recientes, también puede favorecer la agregación de microplásticos, facilitando su posterior filtración.
Evitar calentar alimentos en recipientes plásticos reduce la liberación de partículas. Elegir productos frescos y menos procesados, así como almacenar alimentos en envases de vidrio o acero inoxidable, baja el riesgo de contaminación. Las frutas y verduras sin envoltorios plásticos son opciones preferibles, y lavarlas cuidadosamente elimina residuos superficiales.
Tecnologías de filtración y tratamiento avanzadas
La microfiltración utiliza membranas porosas que retienen partículas de hasta 0.2 micras de diámetro, eliminando gran parte de los microplásticos presentes en el agua potable. La nanofiltración va aún más lejos, atrapando partículas aún más pequeñas, lo que mejora la calidad del agua a nivel doméstico e industrial.
La coagulación química combina sales y minerales en el agua, haciendo que los microplásticos se agrupen y puedan separarse por decantación o filtración posterior. En plantas potabilizadoras y de tratamiento de aguas residuales, estos sistemas permiten retirar entre el 80% y 90% de los microplásticos, según datos recientes.
Nuevas tecnologías, como dispositivos magnéticos y soluciones basadas en residuos cero, logran altas tasas de remoción, reciclado de residuos y protección ambiental. Estas innovaciones se encuentran en constante desarrollo y representan una esperanza para abordar el problema a gran escala.
Estrategias para minimizar la exposición diaria a microplásticos
Adoptar hábitos sostenibles marca la diferencia. Priorizar fibras naturales como algodón, lino o lana en la ropa evita la liberación de microfibras al lavar. Reducir el uso de plásticos de un solo uso, como botellas, bolsas y envoltorios, disminuye la cantidad de residuos plásticos en el entorno.
Optar por productos a granel, elegir envases retornables o rellenables y preferir materiales biodegradables siempre que sea posible, ayuda a limitar la generación de microplásticos. Cambiar las esponjas sintéticas por naturales, y los utensilios de cocina plásticos por madera o acero, previene la dispersión de partículas en cada uso cotidiano.
La lectura de etiquetas y la elección de productos sin microperlas en cosméticos o productos de higiene también ayuda a no sumar fuentes innecesarias de contaminación. Informarse, compartir conocimientos y fomentar políticas colectivas en el entorno familiar, escolar y laboral, fortalece el compromiso con la salud y el ambiente.
Mantenerse atento a los avances científicos y apoyar innovaciones en tecnologías limpias son pasos clave para construir una vida más sana y un futuro con menos microplásticos en cada alimento y gota de agua.